Peña, la piñata política de Morena

Ante la falta de resultados en el combate a la corrupción por parte del primer gobierno federal de Morena, rescatar la corrupción del pasado parece ser su carta principal.

Peña, la piñata política de Morena
Adela Navarro

Han pasado mil 319 días desde que Enrique Peña Nieto concluyó su periodo como presidente de la República (2012-2018); es, a la postre, el último presidente del PRI en el país y fue durante la larga campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador a la titularidad del Poder Ejecutivo federal el principal actor de los ataques del tabasqueño.

Desde 2012 la crítica de López Obrador hacia el gobierno y las acciones de Peña y colaboradores fueron la principal fuente de contenido de la campaña aún fuera de tiempos legales electorales. En su historial de la red social Twitter se pueden encontrar algunos de los mensajes que dedicó para denunciar, señalar y evidenciar la corrupción en el gobierno del priista.

De hecho, fue el Pacto por México convocado por el entonces mandatario nacional Enrique Peña entre todos los partidos políticos, para que le fuesen aprobadas sus “reformas estructurales”, el punto político que marcó la separación de López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (que lo había postulado en dos ocasiones como candidato a la Presidencia de la República), lo cual originó la creación del Movimiento de Regeneración Nacional primero, y el partido Morena después.

Enrique Peña Nieto fue de mucha utilidad en el histórico triunfo de julio de 2018 por parte de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. La arenga de señalarlo como el gobierno más corrupto en el país, la expresión de investigarlo, de castigar la corrupción, de encarcelar a los corruptos, de cambiar el sistema de gobierno corrompido por las administraciones panistas, y particularmente la última priista, fueron elementos retóricos que le aportaron millones de votos a López Obrador.

Pero todo cambió cuando tomó posesión. El presidente emanado de Morena decidió, y lo repitió hace unos días: “…desde que tomé posesión, lo digo y lo digo y parece que no se internaliza, el planteamiento nuestro es no perseguir a nadie; mi planteamiento fue que viéramos hacia adelante y que empezáramos a dar el ejemplo a nosotros de gobernar con honestidad”.

Es más, López Obrador agradeció a Peña Nieto públicamente el no “haberse metido” en la elección de la cual salió triunfador, a diferencia de sus dos contiendas anteriores, la de 2006 y la del 2012, donde hasta la fecha asegura que perdió porque Vicente Fox y Felipe Calderón metieron las manos en el proceso electoral.

Y así inició la etapa de impunidad para el que ciertamente ha sido reconocido, con pruebas periodísticas mayormente y algunas judiciales, como el gobierno más corrupto en los tiempos modernos de México, el de Peña Nieto.

Pero hoy día la premisa parece ser que si los ataques al priista y a los suyos funcionaron magníficamente en el 2018 –López Obrador superó los 30 millones de votos–, ¿por qué no habrían de funcionar para el 2023? Y se viene un nuevo espectáculo político, mediático, aparentemente de procuración de justicia, que da inicio formal, al menos en términos políticos, a la elección del próximo año en la cual se disputarán dos gubernaturas, una de suma importancia para el proceso electoral del 2024: la del Estado de México, tierra origen de Peña Nieto y que concentra, hasta junio de este 2022, 12 millones 500 mil electores.

En este contexto electoral, en la conferencia matutina del 7 de julio en Palacio Nacional, el presidente López Obrador tuvo como invitado a participar al titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez, quien la soltó con el mandatario nacional de testigo: la Fiscalía General de la República abrió una carpeta de investigación contra Enrique Peña Nieto por la obtención –aparentemente irregular– de 26 millones de pesos, de empresas vinculadas al exmandatario, a familiares del mismo, y dineros que fueron triangulados para ser enviados al mexiquense a España, país en el que radica actualmente.

Peña Nieto se convierte así en la piñata político-electoral de Morena, con todo y la justificación de López Obrador de que él no investiga (pero sí llevó a Pablo Gómez a informar) y no persigue (pero sí lo anunció en una mañanera), y pone el ejemplo (nada que ver considerando los casos de evidente impunidad de sus hermanos y algunos de sus colaboradores como Manuel Bartlett). Total, si ya funcionó una vez, y ante la falta de resultados en el combate a la corrupción por parte del primer gobierno federal de Morena, rescatar la corrupción del pasado parece ser su carta principal.

La cuestión es si el electorado, después de observar que durante mil 319 días (y los que faltan) Peña y los suyos han vivido y gozado de impunidad, volverá a caer con la campaña de investigar, procesar y encarcelar a un exmandatario para el cual López Obrador no tiene más que agradecimientos.

Según la UIF, que está coadyuvando en la investigación de la FGR contra el expresidente, éste fue identificado como accionista en una red de más de 10 empresas que tuvieron millonarias facturaciones. Además, una hermana de Peña Nieto realizó retiros bancarios ilícitos por un monto de 190 millones de pesos, de acuerdo con la información que fue obtenida y publicada en medios nacionales. Pablo Gómez aseguró en aquella mañanera que “detectó un esquema donde un expresidente de la República obtuvo beneficios económicos”. En particular, un depósito por 16 millones de pesos realizado el 21 de agosto de 2019. Otro por cinco millones de pesos en octubre del 21 y días después uno más por otros cinco millones de pesos; en total, 26 millones de pesos; además, aseguró Gómez, también le fueron enviados, con la misma trama financiera, 29 millones de pesos a un hermano del expresidente.

Estas transacciones las detectó e investigó la UIF, y entregó la información a la FGR, para que iniciara la investigación formal.

Enrique Peña Nieto ha respondido de manera pública a través de sus redes sociales, que “…estoy cierto que ante las autoridades competentes se me permitirá aclarar cualquier cuestionamiento sobre mi patrimonio y demostrar la legalidad del mismo, dentro de los procedimientos legales. Expreso mi confianza en las instituciones de procuración y administración de la justicia”.

Pero, en fin, esto apenas parece iniciar y no se percibe un compromiso de combatir la corrupción pasada, o la presente, sino un fin político-electoral, pegarle una vez más a Peña Nieto como la piñata política de Morena que resguarda muchos votos en su interior.

@adelanavarro

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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