Voces de la Ciudad de México

Nosotros somos esa ciudad que vive vociferando, retumbando, gritando, anunciando sin distinción de barrios ni de escuchas; esos momentos en donde los sonidos nos hacen a todos iguales.

Voces de la Ciudad de México
“… Los pregones son legendarios, y usan de los ecos para informarnos: todavía vivimos en la misma ciudad que retumba y gime”. Monsiváis, C.

Uno de los sonidos más frecuentes en la Ciudad de México proviene de personas que transitan por los diferentes barrios de la ciudad ofreciendo sus servicios, sus voces forman parte de la actividad cotidiana de la urbe y penetran en nuestros espacios privados, convirtiéndose en parte de nuestra vida diaria ¿los reconocemos o pasan desapercibidos? ¿Los consideramos como identidad de la ciudad?

Desde hace algunos meses los tenemos más presentes que antes y quizás antes de esta pandemia que inunda cada momento de nuestra vida pasaban desapercibidos porque estábamos fuera, porque su frecuencia no era tan notoria. Esta mañana me compartían el grito de alguien que arregla: … cortinas, cortineros, persiana …, y que lo transmite a la siguiente generación ya que quien ahora pasa es el hijo del que inició el negocio; el oficio va asociado a la voz y es importante saberlo replicar.

En las calles de la ciudad parecería que todo suena a lo mismo, un murmullo constante en el cual no es fácil distinguir un sonido de otro, sin embargo, aún existen voces que nos hacen diferentes, y que llenan las calles durante el día. Esas voces que pasan desapercibidas por haberse hecho parte del paisaje de la ciudad o porque han sido sustituidas por grabaciones que ocasionan un sinfín de quejas porque no respetan horarios o se han convertido en permanencias de algunas esquinas.

Uno de los más conocidos es el de los tamales “lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños...” con un tono que resulta pegajoso; los vendedores circulan en una bicicleta que carga los recipientes que exhalan el vapor en donde se transportan los tamales “calientitos”. O el comprador de utensilios usados “se cooompran colchooones, estufas, lavadoras, refrigeradores o algo de fierro viejo que venda…” con un tono muy particular, que como el anterior es ya una presencia continua que circula por la ciudad en una camioneta en donde acumula aquello que venden los ciudadanos. Estas dos voces se han convertido en una marca uniforme al pasar de la voz al registro de voz.

El vendedor de camotes y plátanos fritos se anuncia con una suerte de instrumento que produce un sonido muy particular, una especie de “uuuu”, circula en un carrito que tiene instalado este artefacto y que, al igual que los tamales, se mantiene caliente con un fogón que lleva debajo. El afilador de cuchillos…

Hay algunos que se distinguen entre barrios y que, además, hacen uso del sonido de las campanas; en este grupo están quienes recogen la basura que van haciendo notar su proximidad al repique de la campana que llevan al frente del camión o el del carrito de paletas, con un tintineo suave de campanillas y que acompañan con una melodía que es replicada en algunos bancos para anunciar que ha llegado el turno para pasar al mostrador.  Todavía es habitual la venta de tanques de gas en muchas zonas de la ciudad y este se anuncia por las calles con una larguísimo “gaaaaaaaaas…”.

Algunos de los sonidos nos acompañan en nuestros trayectos y es así que al caminar por algunas calles se mezclan múltiples voces que ofrecen diversidad de productos; algunas muy ingeniosas; una de las más usuales es aquella que inicia con “en esta ocasión vengo ofreciéndole…”. Una voz que a veces viaja en el metro y que puede ofrecer libros, el último producto importado de china, remedios para cualquier dolor, o el último curso rápido para entender de matemáticas. En el metro también, existe la figura del vagonero, quien vende discos con diferentes géneros musicales. Hace una mezcla que reproduce a alto volumen, y es imposible no escucharlo.

En esta lista seguramente faltan muchos, algunos ya extintos, otros irreconocibles por el continuo barullo de la ciudad, pero que habitan la ciudad de sonidos diversos, cotidianos, alegres y también, molestos. Nosotros, por lo pronto, somos esa ciudad que vive vociferando, retumbando, gritando, anunciando sin distinción de barrios ni de escuchas; esos momentos en donde los sonidos nos hacen a todos iguales.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.