El apapacho de AMLO a los narcos y el poder de la palabra

Lo dicho por AMLO sobre el Triángulo Dorado tiene que ver con evitar la estigmatización, y está bien; pero también con apapachar una zona en donde no hay Estado de Derecho.

El apapacho de AMLO a los narcos y el poder de la palabra
Sandra Romandía

Las palabras tienen un peso definido; ese peso puede llevar a la acción o a la emoción; a la inoperancia o la indiferencia. Los seres humanos evolucionamos gracias al desarrollo del lenguaje y nuestra capacidad de comunicarnos para salvaguardarnos como especie de los depredadores, formar comunidad y lograr avances científicos y tecnológicos.

Dudo que “las palabras se las lleve el viento”, como dice una frase conocida; si bien no son suficientes para cambiar una realidad, como el caso de las promesas de los políticos que nunca cumplen, sí generan ideas en el imaginario que las escucha lo que lleva, a su vez, a construir realidades.

Este fin de semana el presidente Andrés Manuel López Obrador –y disculpen lectores, si en otra entrega expresé que ya no deberíamos hablar tanto del Ejecutivo- dijo en una gira por la zona que comprende Durango, Sinaloa y Chihuahua conocida como “Triángulo Dorado”, que ya no debería llamársele así, sino “Triángulo de la gente buena y trabajadora”.

Entiendo y estoy de acuerdo en que no toda la población que vive en una zona de producción de drogas y donde en realidad mandan los cárteles, es mala, ni es delincuente. Es sumamente importante trabajar en eliminar las clasificaciones.  Lo dicho por AMLO tiene que ver con evitar la estigmatización, y está bien; pero también tiene que ver  con apapachar una zona en donde no hay Estado de Derecho.

Compañeros reporteros que acudieron a cubrir los eventos fueron detenidos por retenes ilegales de personas armadas que los interrogaron antes de dejarlos ir. “¿Esa es la gente buena y trabajadora?”. Seguramente en todas estas regiones hay madres y padres de familia, jóvenes, sacerdotes, comerciantes  y niñas y niños que no tienen la culpa de nacer donde les tocó, que seguramente hacen su trabajo con empeño y sin maldad. El tema es que en ese territorio, como en otros, no hay autoridad y el poder de facto lo tienen los criminales desde hace años. Lo sé porque compañeros de equipos periodísticos donde he trabajado saben que es imposible penetrar esa región –y otras del país- sin el “visto bueno” de las bandas locales.

Esta no es la primera vez que el presidente se refiere “cariñosamente” al narco o los familiares de los capos. Recordemos cuando López Obrador se detuvo a saludar a la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán. O cuando expresó que ayudarían a la familia del narcotraficante a obtener sus visas para que pudieran ir a verlo. O cuando ordenó la liberación de Ovidio. O cuando dijo que tenía que cuidar a los delincuentes. O cuando se refirió a un amistoso “ya bájenle” a los cárteles que estaban regalando despensas. O cuando dijo “ya no hay guerra contra el narco”.

Cada palabra tiene su peso y, repito, ese peso genera acciones. ¿Se merece este país un presidente que se refiere casi como “amigos” a quienes han generado tanta violencia y desapariciones?

Que no se nos olvide que no hay narcos “buenos”. No hay narcos “trabajadores”. Los números negros, la sangre derramada por todo el país, las más de 100 mil casas donde hay un cuarto vacío sin sus desaparecidos nos lo deben recordar todos los días.

México tiene décadas sufriendo los “ajustes de cuentas” entre bandas, que desde hace 20 años se convirtieron en “ejecuciones” constantes, en masacres de gente inocente, en las mal llamadas “víctimas colaterales”, y en madres que no dejan de llorar  y buscar a sus seres queridos. En carreteras intransitables a partir de ciertas horas; en caminos tomados por retenes del crimen organizado que roban mercancía de los tráileres a su antojo, o que les quitan sus vehículos a las familias, o que secuestran sin ningún tipo de piedad.

No hay número ni realidad que nos de buenas noticias, y mientras esto ocurre es un insulto vivir gobernados por un presidente que agrede verbalmente a periodistas, académicos,  médicos, científicos y empresarios, pero pide cuidar y enaltecer a los grupos criminales que mantienen el poder en los territorios donde el Estado, simplemente, dejó de existir.

@Sandra_Romandia

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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