Por Alejandra Latapi

Fui a votar por los y las candidatas a los cargos del Poder Judicial cuyos perfiles revisé y me parecieron confiables. Fui a votar en un ejercicio producto de una reforma no consultada ni consensada con las fuerzas y organizaciones políticas, como fueron las reformas electorales de los últimos casi 50 años.
Fui a votar señalada y criticada por promover la participación y no sumarme a los llamados a la abstención y a la descalificación previa del Instituto Nacional Electoral. Fui a votar a una casilla a la que no llegaron todos mis vecinos y vecinas que aceptaron responsabilizarse del proceso y en la que solo estuvimos cuatro electoras durante los 20 minutos que tardamos en marcar las boletas en las instaladas.
No comparto el objetivo autoritario de concentración de poder, ni las formas y procedimientos para renovar los cargos del Poder Judicial. No estoy de acuerdo con elegir a quienes deben mantener independencia y no representan a comunidad alguna. Promoví el voto y voté para que, aun con una bajísima votación, quedara alguna huella de oposición.
Voté bajo nuevos criterios procedimentales, derivados de la insuficiencia de tiempo y recursos otorgados a la autoridad electoral, y observando con sorpresa cómo a lo largo de las campañas se fueron relajando y reventando los candados legales construidos para evitar abusos y violar la equidad de las contiendas. Tanto, que dejaron de desconcertarme las decisiones y sentencias de la y los magistrados electorales que contradecían sus propios votos y criterios: lo que no se valía una semana, pasó a aceptarse a la siguiente.
El marco legal que rigió para este proceso electoral no solo fue desordenado e irresponsable, también canceló derechos políticos —y por lo tanto humanos— al restringir la posibilidad de interposición de juicios ante el TEPJF solo a las personas candidatas. En este sentido, destaco el contradictorio aunque afortunado reconocimiento otorgado a la organización en cuyo Consejo Nacional participo (Poder Ciudadano: @PodermxXmx) al haber aceptado y sentenciado a favor el recurso que presentamos.
Escribo estas líneas sin conocer las cifras oficiales de participación, pero con las imágenes en medios y redes sociales de casillas vacías, reportes de insuficientes ciudadanos y ciudadanas que se presentaran a fungir como funcionarios, y casi nula movilización en las calles.
A estas horas no sé si se trató de una operación de Estado orquestada por una mente perversísima que buscara cumplir la sugerencia de la entonces presidenta electa de darle tiempo de maduración a este proyecto o, de plano, del abandono político en que desempeña su gestión: sin la lealtad de las y los millones de beneficiarios de programas sociales; sin la disciplina de las estructuras partidistas que la sostienen, que así como distribuyeron acordeones con unos nombres, entregaron otros con nombres diferentes; sin el músculo que debieran haber demostrado sus alianzas con gobernantes, legisladores y sindicatos.
En unos diez días —o más— quizás lo sepa…
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

Comments ()