Por Ana Cecilia Pérez
A veces pensamos que la privacidad se pierde solo en redes sociales, en aplicaciones que no leemos o en filtraciones masivas. Pero la privacidad, la verdadera, la que sostiene nuestra vida íntima, puede romperse en menos de tres minutos. Ese es el tiempo que necesita una persona para instalar una app de vigilancia en tu teléfono sin que lo notes.
Y no es un escenario hipotético. En 2025 ya sabemos que el espionaje digital cercano—el que ocurre entre parejas, ex parejas, familiares o personas de confianza— no sólo existe: está evolucionando más rápido que nuestra capacidad de detectarlo.
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