Por Ana Cecilia Pérez
En México hablamos del nearshoring como si fuera una historia de éxito sin matices: inversiones, empleos, nuevas plantas y una relación fortalecida con Estados Unidos.
Pero hay una parte de esta narrativa que sigo viendo fuera del radar, incluso en conversaciones de alto nivel: la integración que hoy celebramos también nos vuelve un blanco geopolítico.
SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...