Por Ana Cecilia Pérez
El pasado domingo 1 de junio México vivió una elección sin precedentes: por primera vez elegimos directamente a quienes integrarán parte del Poder Judicial. Pero lo histórico no vino acompañado de lo indispensable: información, legitimidad, sentido de urgencia.
La presidencia celebró que con un 13 % de participación —13 millones de votantes del padrón de casi 100 millones— la elección fue un éxito. ¿Éxito? ¿De verdad?
Hagamos cuentas. Ese 13 % equivale a 13 millones de personas. Comparado con el 5 % que algunos cuestionaban, imagina: ¿Bastan para decidir quién impartirá justicia en nombre de toda una nación?
Para ponerlo en perspectiva:
En México hay más de 110 000 personas desaparecidas.Cada año, más de 2 millones de delitos quedan impunes.Solo 8 de cada 100 delitos se investigan a fondo.El sistema judicial colapsa bajo cargas inhumanas, mientras millones ni siquiera entienden cómo acceder a la justicia.Y ahora se nos dice que ese 13 % (no 5 %) basta para legitimar un cambio en el corazón del aparato judicial… ¿Ese porcentaje representa al país? ¿Esa cifra mejora la justicia? ¿Ese número permite que impartan justicia en nombre del “pueblo”?
Peor aún: ¿cuántos votaron con miedo a perder una beca, un contrato, un empleo? ¿Cuántos sin entender por qué? ¿Y si ese silencio no es indiferencia, sino confusión inducida?
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