Lo destruiría todo

La lucha apenas comienza para quienes un país lleno de odio les arrancó lo que más amaban.

Lo destruiría todo
Daniela Clavijo
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Audiocolumna narrada por la autora

El fin de semana pasado una amiga y yo platicamos con un hombre, por cierto, estudiado y culto, sobre las marchas feministas. Él nos dijo que no estaba de acuerdo con las formas en las que algunas personas alzan la voz. Critica frontalmente a aquellos que rayan los monumentos y, básicamente, nos dijo que la violencia no puede erradicarse con más “violencia”.

A simple vista parecería una posición coherente. No para mí.

Hace algunos años, una mujer muy cercana a mí desapareció. La desesperación que sentí fue brutal. Fui una muerta en vida todo ese tiempo en el que ella no estuvo, aunque jamás dejé de luchar por encontrarla, a pesar de que todo el mundo me decía que estaba loca porque ella se había marchado, quizás, con un novio bajo su propia voluntad.

Los últimos días seguí el caso de Debanhi Escobar como si ella formara parte de mis amigas personales. Reflexioné sobre las dos mujeres que la dejaron en la quinta; también pensé en la última foto que le tomó el taxista. Se me apachurró el corazón cuando supe que podía estar muerta. Mi momento de quiebre fue cuando escuché a su padre el día que la encontraron: esas palabras de desesperación, frustración e inmensa tristeza por no saber cómo fue que su única hija terminó en esa cisterna.

Recordé mi propio sentimiento, mi propia frustración y mis propios miedos cuando pasó lo que pasó hace varios años. Ese momento ha sido siempre un detonador para mí de querer salir a pedir justicia y tomar acciones que permitan que las mujeres tengamos el derecho de caminar libres en México, de amar a quien queramos y ser amadas, de ser como queramos ser y hacer lo que queremos hacer.

Mi familia y yo hallamos con vida a nuestra mujer, y desde entonces ha sido una lucha constante para que ella pueda volver a ser ella. Jamás pasará, lo sé. Sobre todo, sabiendo que ni yo misma volveré a ser la misma.

Eso me hace sumarme al grito desesperado de la familia de Debanhi (y de los familiares de las miles de víctimas de feminicidios en este país que no tiene pies ni cabeza y está lleno de odio) por tener una explicación, un culpable, un poco de luz de justicia. Son las familias las que no podrán recuperar jamás lo que perdieron. Ni siquiera puedo imaginarlo.

Gritar, gritar desesperadamente, y gritar cada vez más fuerte a veces no es suficiente cuando te arrancan lo que más quieres. En esta lucha no hay matices. En esta lucha no hay mucho que entender para quienes no lo hayan vivido en carne propia. Lo que pasa es que el deseo de esta lucha, simplemente, es que nadie tenga que vivirlo. Ahora bien, si un día lo vivieras: ¿qué harías para que alguien te escuche? ¿No harías lo necesario para saber qué pasó? Yo sí.

@danielaclavijo

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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