El tiempo que nos separa

Cuando entrecierro los ojos intentando empujarme hacia el sueño profundo siento el roce de su cuerpo levantarse, tomar su ropa lentamente, colocársela, ponerse los zapatos, salir despacio.

El tiempo que nos separa

Cuando entrecierro los ojos intentando empujarme hacia el sueño profundo siento el roce de su cuerpo levantarse, tomar su ropa lentamente, colocársela, ponerse los zapatos, salir despacio. A veces me pierdo en el éxtasis de otro mundo del subconsciente a la mitad del proceso y solo al despertar supongo lo que habrá pasado.

Una vez más se vistió, se lavó la cara, las manos, los dientes, se perfumó y se fue en su auto tono gris trémulo manejando a toda velocidad para llegar a su casa.

El tiempo que nos separa para volvernos a ver es como una red capaz de estirarse y engrandecer o de encogerse y volverse un hilo diminuto. Es la incertidumbre total; y es esa incertidumbre la que me quema de placer probablemente.

Y me freno aquí:  incertidumbre. Hoy pensé mucho en ella. Nada más permanente que la impermanencia, dirían los budistas. La incertidumbre: nada más palplitante, seductor y libertario para mí.

Cuando ella está conmigo es una niña: somos capaces de brincar en la cama, emocionarnos por cometer pecados con comida poco nutritiva o reírnos por horas de los personajes que nos circuncidan la vida diaria. Hacer el amor con un desenfreno de videojuego, besarnos  con ganas de arrancarnos los labios; rozar nuestros pechos como midiendo la fuerza de atracción entre ellos.

Pero se que cuando se va, ella vuelve a su hábito caféblanco para atender sus labores de madre, esposa, académica, poderosa.

Hace tiempo que esto es así y para mí no puede ser más cómodo: amar es amar el tiempo que nos separa porque nos promete otro encuentro, porque nos reta a subsistir en el deseo permanente no satisfecho nunca, porque nos hace caminar en esos puentes que se vuelve la vida cotidiana sin el otro cuerpo que amamos.

Mi realidad es esta forma de amar, de esperar y de disfrutar lo efímero; lo demás, el resto del tiempo, de momento, es solo un poco de algodón rellenando los vacíos del frasco que siempre está queriendo germinar.

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