Por Frida Mendoza
Las mentiras abundan, están por todas partes. Hace apenas un par de días, en redes se hizo tendencia el nombre de Geraldine, una ilustradora colombiana que supuestamente había trabajado con Studios Ghibli para la última película de Hayao Miyazaki “El niño y la garza” pero que después se descubrió que todo lo que dijo era mentira.
Los memes, tiktoks y risas no se hicieron esperar. Contarlo como chisme era inevitable: una mujer inventó que trabajó en una de las productoras más famosas, hizo un trabajo sobrehumano en tres años (según me explican amigas ilustradoras, 25 mil fotogramas es un trabajo de mucho más tiempo y agotador), convivió en varias ocasiones con Hayao Miyazaki y mil mentiras más.
Pero desde el primer día que conocí la historia no me podía quitar de la cabeza el meme que decía “oye, ¿y los medios de tu país son confiables?” acompañado de recortes de periódico y notas donde entrevistaron a Geraldine. Y es que sí era una burla. ¿Cómo los medios sostuvieron una mentira? ¿Por qué no verificaron? Siento que incluso son preguntas que si la historia fuera de un documental de Netflix, dirían pero ¿por qué dejaron que llegara tan lejos? Y pues sí.
Pero vámonos por partes, porque si bien esta historia ejemplifica a la perfección lo que son las mentiras y cómo pueden estallar, también es un caso que raya entre lo absurdo y lo triste.
Del lado de lo absurdo podemos mencionar algunos datos como que Geraldine no aportó ninguna prueba y de pronto era proclamada en medios importantes de Colombia como “la ilustradora colombiana que se llevó el Globo de Oro”, o los videos virales con tantos detalles que hacen difícil creer que tantas personas hayan caído en su historia inicialmente. Por la parte triste me quedo pensando ¿por qué nadie la detuvo y marcó un alto a las mentiras? ¿Por qué los medios prefirieron mantener un circo a partir de la historia de una persona que seguramente no puede dejar de mentir?
Después de que el caso estallara y se revelaran y aportaran elementos -con búsquedas simples en google y las redes sociales de Geraldine- que demostraban los huecos en su historia y lo poco verídico que era el caso, los medios colombianos que entrevistaron a Geraldine (solo algunos) comenzaron a disculparse. Algunos medios más “se echaron la bolita” y otros -ya no solo colombianos- comenzaron a crear contenido sobre el caso, no sobre la importancia de verificar sino sobre los memes (sí, hay miles de notas que refritean y antologan memes y tiktoks) y una réplica de los hallazgos que otras personas publicaban en twitter en su tiempo libre.
La cadena de mentiras de Geraldine nos sorprendió, nos recordó incluso experiencias propias con otras personas que nos han mentido en alguna ocasión pero eso debió quedar en redes, que de por sí pueden ser muy crueles en algunos casos.
Pero no, una búsqueda en Google con su nombre más la palabra “ghibli” arroja más de 800 mil resultados en 0.18 segundos. Google Trends muestra también que existen 17 consultas y 21 temas relacionados con ella. Además, la joven decidió pese a todo seguir dando entrevistas y sostener por unos días más una versión que no era verificable y continuó replicándose y algunos medios lo catalogaban como una “exageración” hasta que finalmente la joven admitió en otra entrevista que era una mentira.
Este no fue un caso de discursos de odio como he escrito en otras columnas, pero sí se trata de información falsa y que aún siendo un tema ligero, si no tiene un ángulo relevante no debería darse cabida con tal de tener clics.
Las mentiras se propagan, todxs las dicen, unxs con más frecuencia que otrxs y con propósitos variados. El 2024 es un año difícil para México en medio de una ola de violencia grave, campañas presidenciales, elecciones en otros países y mil conflictos más. Los medios tienen una responsabilidad al comunicar historias, datos y noticias, por lo que, si trabajar con la verdad es importante, verificar una mentira será crucial.
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