Document
Por Mariana Conde
audio-thumbnail
Audiocolumna
0:00
/255.504

En el centenario de su nacimiento, me es inevitable pensar en lo lejos que estoy de conocer bien a Rosario Castellanos. Hasta ahora, había leído solamente su canon con Balún Canán, Oficio de tinieblas y algunos de sus ensayos. Como mexicana que escribe y se dice feminista, me era imposible postergar más esta deuda. Por eso en este su cumpleaños número cien, me puse el objetivo de regresar a ella y leer durante el año sus tres novelas, sus colecciones de cuentos y al menos una de sus creaciones de poesía y ensayo.

Confieso que voy un tanto atrasada, pero al menos ya comencé. Lo hice con un libro que quizá fue el más subvalorado en su momento: Álbum de familia (1971).

En este conjunto de cuatro cuentos Rosario lanza una crítica no velada a la sociedad, a los roles de género impuestos a las mujeres y el statu quo del momento, todo con un humor impecable, certero y sarcástico; no es de extrañar que en su tiempo haya sido poco apreciado. Hoy es palpable a simple vista que fue una obra muy adelantada a sus tiempos.

Aquí, Castellanos se atreve a abordar lo que con seguridad muchas mujeres pensaban, pero no se atrevían a decir y nos abre la intimidad de la psique femenina atrapada en lo doméstico. Habla desde sí misma, desde la mujer individual dentro de una sociedad machista, a diferencia de sus otros textos más conocidos en los que presta voz a quienes considera que no la tienen.

El título es en sí una genialidad, en apariencia inofensivo, pero de inmediato nos damos cuenta de que no estamos ante un recuento de parientes queridos o momentos icónicos de su árbol genealógico, sino de relatos que muerden, que arañan, que calan. Me referiré a mis dos predilectos de este volumen:

En el primero, Lección de cocina, no se anda con rodeos y desde los primeros párrafos la protagonista nos lanza en su monólogo párrafos de ironía mordaz como este:

Mi lugar está aquí, desde el principio de los tiempos ha estado aquí… Yo anduve extraviada en aulas, en calles, en oficinas, en cafés, desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras. Por ejemplo, elegir el menú.La narradora, una mujer recién casada, inteligente, incisiva, reflexiona sobre su nueva situación de ama de casa y es consciente de la trampa en la que ha caído; habla con dureza y sarcasmo sobre ella, pero su resignación nos violenta como lectores, lectoras:

Porque, al fin y al cabo, ¿qué sabía yo de la cocina? Nada. Nada más que obedecer a una orden que me fue transmitida desde el origen del mundo.

Tras leer su diatriba, uno siente las ganas de preguntarle por qué se casó. Dada la lucidez que demuestra a lo largo de las líneas, sabemos que la protagonista no se hace ilusiones de que su matrimonio pudiera ser distinto. Aún así, vemos en ella atisbos de rebeldía, aunque solo la exprese para sus adentros:

...prefiero creer que lo que me une a él es algo tan fácil de borrar como una secreción y no tan terrible como un sacramento.

Es una sátira sobre las historias de pantalla o de novela rosa sobre la pareja perfecta, mismas que acaban cuando apenas empiezan: “y fueron por siempre felices y comieron perdices”.

En Cabecita blanca, se tocan temas como la falsedad de la imagen de la familia impecable, la infidelidad, las humillaciones, la homosexualidad, la maternidad machista, el abandono, toda esa ropa sucia que se lava en casa, y expone como único alivio la viudez.

Volvemos a ver la idea de que lo que tocaba para la mujer era casarse, y a lo largo de este volumen las distintas protagonistas (como la del tercer cuento, Domingo) lo expresan con cinismo, como un requisito para participar de la vida social, como algo “indispensable”.

Este libro, como toda la obra de Castellanos, hoy sigue siendo pertinente. Su relevancia nos sorprende y nos hace ver que, para las mujeres, en muchos aspectos nada ha cambiado. Pero no es una crítica al amor, sino a una falsa ilusión del amor y a la institución del matrimonio como único camino hacia él dentro de una sociedad patriarcal.

Rosario Castellanos es un referente en la literatura mexicana y latinoamericana, en la literatura sobre mujeres y la literatura feminista. Se dice que aún sigue siendo más citada que leída y yo, con este reto personal, quiero contribuir a que eso cambie.Si te animas a unirte a mi reto, me encantará discutir su narrativa contigo.

*Columnista y escritora. Activista por los derechos de las personas con discapacidad y las mujeres. Cofundadora de la fundación Familias Extraordinarias y del colectivo literario Diletrantes. 

✍🏻
@CondeMariana

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.