Por Nadia Rodríguez Martínez
Hace unas cuantas semanas los medios de comunicación anunciaron con bombo y platillo que faltan 365 días para el inicio del Mundial de Fútbol 2026 con sedes compartidas entre Estados Unidos, Canadá y México. Se tiene contemplado que la inauguración sea en el que hasta hoy conocemos como Estadio Azteca, sin embargo, luego de las remodelaciones será llamado Estadio Ciudad de México. En fin, así varias noticias nos dieron a conocer tratando de despertar el ánimo y la pasión futbolera para ponernos la verde.
Penosamente, el furor por la selección mexicana de fútbol cada vez va en descenso a la par del nivel de los jugadores en la cancha y de la poca responsabilidad y seriedad que muestra una Federación a cuyos integrantes parece importarles solo el dinero y las apariencias. Se les ha olvidado, tanto a jugadores como a directivos, que el soccer es un deporte, cosa seria que motiva la vida de niños y jóvenes a ser mejores personas ¡Eso ya dejó de importar!
Ahora mismo se disputa la Copa de Oro donde México apenitas pudo ganarle a República Dominicana por un marcador de 3 a 2. Muy bien por todas aquellas selecciones que hace años recibían goleadas impresionantes porque hoy en día demuestran más garra que la verde; se han preparado, han dado continuidad a su estrategia y gracias a todo eso, hoy le pueden competir a la selección mexicana dejándola con una muy mala imagen y a nosotros, como espectadores, decepcionados.
No por nada en las redes sociales cada vez aumentan los perfiles que nos sugieren mirar hacia otros deportes y entusiasmarnos con la misma pasión por los logros en el ciclismo de Isaac del Toro o de Ella Bucio en el parkour. No se trata de despreciar a unos y cambiarlos por otros, sino de analizar qué pasa con las amplias posibilidades del fútbol mexicano cuando se tienen muchos recursos económicos y humanos para romperla y no sucede, mientras que otros atletas llevan caminos largos y pesados para llegar hasta donde están.
Con el tiempo, así como hemos aprendido a entender nuestro sistema político mexicano, nuestra historia, la función de los medios de comunicación y las relaciones de poder que se entretejen con las élites empresariales y políticas, también nos hemos dado cuenta cómo funciona un engranaje tan poderoso como la Federación Mexicana de Fútbol. Por ejemplo, cuando vi el documental “Terreno de juego” de mi querida colega Miriam Padilla, comprendí por qué nuestro soccer no avanza ni avanzará mientras los dueños del balompié quieran seguir llenando las arcas sin importarles el deporte.
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