🏳️‍🌈 | De tanta bandera ya me perdí

Todas las putas banderas, se me hace algo tan medieval, tan socarrón, tan de pertenencia absurda y descontrolada.

🏳️‍🌈 | De tanta bandera ya me perdí
Diana J. Torres

Por Diana J. Torres

Quizás sea una cuestión generacional o quizás sea que realmente hay todas esas personas en el mundo necesitando banderas para todo, tan específicas que casi que mi vecina que vende gorditas acá abajo en la puerta de la casa podría cualquier día salir con una bandera de vendedoras de gorditas a la puerta de las casas, pues ella manifiesta sentirse discriminada porque la señora que se pone en la puerta de su casa enfrente vende tacos de chicharrón prensado y vende más que ella. O sea… ¿de veras es necesario?

Evidentemente esta efusión de telas de múltiples rayas de diferentes tonos, representando identidades que tan solo quienes tienen un remanente de tiempo, privilegio y dinero se pueden permitir, desplegando cientos de colores ordenados de diversas formas, EVIDENTEMENTE, es un invento gringo. ¿De dónde si no iban a salir?

Igual a mí siempre me cagó la bandera gay (también gringa). Y no únicamente la gay, sino todas las putas banderas, se me hace algo tan medieval, tan socarrón, tan de pertenencia absurda y descontrolada.

Un arcoíris incompleto nunca me representó. Cuando me di cuenta de que no era heterosexual la alternativa no resultaba tan apetecible: replicar los roles de los heterosexuales, tratar de vernos normales, aceptables, tolerables. Sorry, not sorry, qué hueva, nunca fui normal. Quizás la única bandera con la que me haya sentido totalmente representada sea la anarquista, por molesta, por toda la sangre que carga en su tela que como es negra no se le nota, pero igual me cago en los machos anarquistas que le tienen más respeto a esa bandera que a la libertad de sus mujeres, ¿me entienden?

Y la bandera de mi país es una burla a la democracia, esa me identifica mucho menos aún. Imagínense que un país tiene sus colores, hay un golpe de estado militar y los cambia y una vez muerto el dictador en lugar de restablecer la bandera anterior se quedan con la impuesta pero nada más le sacan un pajarraco que tenía al medio. La bandera española me da náuseas porque sé lo que significa la franja “extra” de rojo: la sangre de toda la gente libertaria que murió para hacer de ese territorio un lugar libre de tiranos. Qué pena todo. Nunca la armaron.

Durante un rato pensé que quizás la bandera gay podría representarme pero ahí les va un dato chafa y curioso: ¿Sabían que en los 70s (obvio en Estados Unidos) el tono rosado no se había perfeccionado aún para las telas de lycra y por eso en lugar de ser el arcoiris completo es tan solo el rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado? Para lo único que me sirvió saber eso es para ordenar correctamente las bolas del billar que llaman “americano”, rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado.

Ahora hay cientos, literal, cientos de banderas de la mal llamada diversidad (porque finalmente acabamos todxs comportándonos como borregxs), y no sé muy bien qué pensar. Me mantengo firme en que todas las banderas me parecen una payasada y una mierda, salvo quizás la bandera trans que por incómoda, valiente y bonita de ver, puede estar colgada en mi lugar de trabajo todos los días para recordarme que algunas banderas sí sirven para algo, aunque solo sea para disentir, para decir “yo no soy eso que esperaban”.

Pero todas las demás la neta qué hueva amigxs… ¿Cuál es el propósito? ¿No sería más sencillo meterlo todo a una licuadora y hacernos masa, o maza así como decía Mercedes Sosa?

@pornoterrorista

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