Zócalo lleno

Si la popularidad se mide, como dicta AMLO, en zócalos llenos, lo llenamos y sin un solo acarreado.

Zócalo lleno
Silvia Cherem S.

Por: Silvia Cherem S.

Mientras escuchaba las voces valientes en la conversación pública de indignación respaldando a Loret y al gremio periodístico, pensé una vez más que tenemos que actuar, que no merecemos el despeñadero al que nos encaminamos. Que el Presidente, cruzando una línea de fuego, nos regaló una nueva oportunidad.

Continuamente nos preguntamos: ¿dónde está la oposición?

La oposición, pienso yo, emana de la sociedad civil. De esos casi setenta mil usuarios de Twitter que, sin convocatoria previa, fuimos corriendo la voz de uno en uno con la consigna #TodosSomosLoret, la gota que derramó el vaso, o lo que es lo mismo: sin libertad no hay democracia; una multitud ordenada y atenta que, emocionada, constataba que éramos veinte mil, luego treinta mil, cuarenta mil… hasta 70 mil almas que no estábamos dispuestos a callarnos más ante el estupor de supuestas “cifras de popularidad”. Una multitud unida, velando en noche de viernes por nuestra libertad, por el futuro de México. Un YA BASTA que apunta a que el presidente escuche...

Si la popularidad se mide, como dicta AMLO, en zócalos llenos, lo llenamos y sin un solo acarreado. Porque no fuimos 70 mil, seguramente fuimos dos, tres y hasta cinco veces más la noche del viernes, porque en cada casa había familias enteras escuchando desde un sólo celular el conversatorio, el YA BASTA de la sociedad civil, el YA BASTA de mal gobierno y arbitrariedades. Y hay que decirlo, siguen uniéndose usuarios que se suman a escuchar el Space en Vivo, el diálogo ciudadano en torno al acoso a la libertad de expresión que ha estallado con varios millones de usuarios, alcanzando un récord histórico en las “benditas redes sociales”.

El viernes 11 de febrero de 2022 se cruzó la línea en dos sentidos. Para mal en la mañanera cuando AMLO, sin el menor pudor o respeto por el cargo que detenta, exhibió la información financiera de Loret de Mola por el “pecado” de haber investigado y difundido junto con Mexicanos Contra la Corrupción, la información de la Casa Gris del hijo del Presidente y el posible tráfico de influencias de PEMEX con Baker Hughes y, con todo el poder que emana del púlpito, puso en la palestra al periodismo de investigación, violó los mandatos de la Constitución y validó los crímenes que se cometen contra periodistas.

Para bien, porque después de haber franqueado esa línea roja, la sociedad civil –sumándonos de uno en uno de manera espontánea y sin convocatoria previa en un Space en Tweeter– rompió el silencio por la LIBERTAD, LA VERDAD y LA JUSTICIA. Juntos defendimos a los periodistas, a los organismos autónomos, a los científicos y académicos, a las instituciones educativas, base de una democracia. Juntos exigimos tener un país en el que proliferen las preguntas incómodas, la crítica, la tolerancia, la condena a la corrupción y el autoritarismo, la exigencia de combatir la impunidad.

No merecemos un país de venganzas. No merecemos este país dantesco con crímenes y feminicidios cada minuto, que multiplican la impunidad. No merecemos un gobierno maniqueo que manipule y acalle la crítica. No merecemos que se ataque al INE (Instituto Nacional Electoral), a los científicos ni a las universidades. No merecemos que no haya seguro popular o que falten los medicamentos. No merecemos un país que condene a los niños a educación de quinta. No merecemos ser un país pobre, un México de soliloquios, donde nadie le dice al presidente lo mucho que se equivoca, cuando tenemos todo, menos voluntad política, para ser un país próspero que reduzca las desigualdades.

Mientras escuchaba con emoción profunda los comentarios de tantos colegas periodistas, me preguntaba dónde habrá quedado el CANDIDATO AMLO, aquel que tanto importunaba al poder con críticas y revelaciones. Ese que, cuando llegó, prometió gobernar para todos los mexicanos. Ese que ha dilapidado su poder político para sembrar animadversión y violencia. Ese que, sin equipo, gabinete ni consejeros reales, “gobierna en las mañaneras” con ocurrencias, imponiendo agendas, peleándose con otros gobiernos, inventando adversarios, dictando recetas de odio, reventado el tejido social con mentiras y polarizaciones.

Dicen que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Quizá eso es lo que ha transformado a AMLO: el poder sin límites.

Pero, habría que decirlo, lo cierto es que sus 30 millones de votos NO le dieron carta abierta para destruir la incipiente democracia. Tampoco para sembrar la mediocridad, ni siquiera para fincar una “cuarta transformación” que ni sus más cercanos entienden, misma que ha dinamitado las instituciones, nos ha empobrecido y nos ha condenado a un declive estrepitoso en términos de salud, educación, economía y seguridad.

El presidente llegó con toda la legitimidad para ser el mejor presidente de este país y con el apoyo de toda la sociedad civil, incluidos los grandes empresarios, pero con la soberbia a priori de ser “el transformador” —porque eso lo debería dictar la historia—, minó la confianza y tiró todo su capital político arrasando con el andamiaje de la democracia en aras de cumplir proyectos-capricho, sembrando mayor pobreza, enarbolando rencores, ineptitud, arrogancia, violencia, odio y una impunidad supina.

México, hay que decirlo, no debería de ser un Estado fallido. Somos mucho más grandes que eso, somos muchos quienes quisiéramos apuntalar la democracia para alcanzar libertad, desarrollo, certezas jurídicas, trabajo y seguridad para todos.

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Dicho esto, prosigo.

La semana pasada, de viaje en provincia, tomé un Uber y, como siempre, gustosa aproveché para platicar con el chofer a fin de entender su visión del mundo. La mayoría de las veces palpo el hartazgo que los conductores sienten contra el gobierno y más de una vez he escuchado confesiones de quienes se arrepienten de haber votado por López Obrador. Sin embargo, esta vez, una mujer: Sandra, mostró ser una AMLOver confesa.

Era una verdadera oportunidad de entender el por qué de una entrega de voluntad tan absoluta al presidente. Lo primero que me dijo fue que gracias al Presidente sus hijos preparatorianos reciben su “beca”, un cheque con dinero constante y sonante: “Nunca nadie nos había dado tanto, ningún otro se había fijado en nosotros”. Todos conocemos esta práctica clientelar para jóvenes, futuros votantes que seguro entregarán su voto a Morena (insisto: lástima que a AMLO ya se le olvidó el AMLO candidato que tanto criticó el clientelismo de los apoyos de Sedesol, incomparables con las dádivas de hoy).

¿Cuánto reciben Sandra? AMLO nos da 1250 pesos mensuales. No dijo el gobierno, dijo AMLO. Dijo: “nos da”. ¿Cada mes, Sandra? No, generalmente se los junta, ahora les va a dar cuatro meses juntos: seis mil pesitos. ¿Y para qué ocupan tus hijos esa “beca”? Son bien canijos, ni un quinto me dan. Quiero pensar que pagan sus estudios, sus libros, lancé una estocada con sarcasmo. ¡Qué va!, se compran cosas, organizan pachangas, le compran regalos a la novia. Supongo que tienen lana también para alcohol, guarda ella silencio.  ¿Eso te deja tranquila, Sandra? Responde con una mueca dispuesta a la defensa cabal de su mesías-vende-esperanza: cuando menos no me piden dinero a mí para divertirse. Ellos reciben su cheque, ellos deciden en qué gastarlo. ¿Y a ti te parece, Sandra, que compren con tan poco la voluntad de tu hijo?, un hijo que, según dice el Presidente, no debería de aspirar a ser universitario, un hijo que deberá conformarse con las dádivas del gobierno. Se incomodó. La bombardeé con argumentos.

Las respuestas son una y otra vez las mismas: hay que darle chance, AMLO está transformando al país, apenas lleva tres años, dénle chance, ya no lo critiquen… Probé algo diferente:

— ¿Sandra, dónde te informas, ves algún noticiero, algo que te permita ver que hay mucho que no está bien en el país?

– Claro, todas las mañanas me levanto muy temprano para saber cómo estamos.

– ¿Qué ves?

– La mañanera. Ahí están todos los periodistas de México. Lo pasan enterito, nadie lo corta. Ahí le preguntan. Ahí él contesta clarito y sin esconderse. Ahí está la verdad.

Con esta declaración lapidaria: “ahí está la verdad”, entendí el mensaje que perciben sus adeptos. No ven la puesta en escena de la mañanera, no ven que ahí son periodistas a modo, no perciben que casi siempre son paleros. Ven al presidente “frente a los periodistas”, ven al vendedor de esperanza culpando a otros, prometiendo… Ven al todo poderoso dueño de LA VERDAD.

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Digo todo esto, porque hay un mensaje. En la medida en la que se reproducen ad nauseam las declaraciones del presidente “frente a periodistas”, las validamos. Ante los ojos de la gente menos educada de este país, lo que él dice en la mañanera, promoviendo dicotomías, validando enconos, se firma en sangre.

Por tanto, NUESTRA OBLIGACIÓN HOY ES VIRALIZAR LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD CIVIL. Es nuestra obligación que en cada pueblo de este país se sepa que la mañanera es una manipulación y que los verdaderos periodistas son otros. Que somos muchos los mexicanos que no estamos de acuerdo con el acontecer del país en todos los rubros. Deben saber que los buenos periodistas, salvo honrosas excepciones que se han colado, no van a la mañanera, no se les invita, no tienen cabida porque sus preguntas son aplastadas por la maquinaria del poder. Es imprescindible que corra que muchos, muchísimos, protestamos contra el atropello a la libertad de expresión.

Con estas líneas va mi abrazo a @CarlosLoret y a @Latinus, a @MariaAmparoCasar, a @MexicanosContraLaCorrupción y a todos los periodistas, científicos, académicos, universitarios, intelectuales, a todas las mujeres y mentes libres de este país, porque somos muchos quienes creemos en la democracia y en la libertad.

Somos muchos que las exigimos.

@silviacherem

Silvia Cherem es periodista y escritora. Fue Premio Nacional de Periodismo en 2005. Es presidenta del International Women´s Forum Capítulo México y recientemente su libro “Ese Instante” fue galardonado por el International Latino Book Awards como el libro más inspirador de 2021. Ha sido tres veces semifinalista del Premio Nuevo Periodismo de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano fundada por Gabriel García Márquez. Ha recibido la Medalla Liderazgo Anáhuac en Comunicación, Premio Instituto Cultural México Israel y Premio Mujer Maguén David.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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