Enterrar al INE, la quimera que viene

Le da la espalda al proceso de construcción democrática constitucional de los últimos 25 años.

Enterrar al INE, la quimera que viene
Ivonne Melgar

Una propuesta interesante, una obsesión y una nueva ruta de campaña definen los componentes de la reforma electoral presentada ayer por el presidente López Obrador.

En cuanto a su contenido, hay que subrayar que le da la espalda al proceso de construcción democrática constitucional de los últimos 25 años, es decir, desde que las fuerzas políticas pactaron la importancia de contar con un árbitro electoral autónomo y un entramado institucional de igual condición para dirimir las inconformidades en la materia.

Contrario a lo sucedido con las reformas que durante ese lapso tejieron partidos políticos y diversas legislaturas de nuestro Congreso, esta vez la iniciativa no proviene de la oposición, sino del mismo poder ejecutivo federal.

Ese origen presidencial del proyecto está marcando además el signo que ha tenido el actual sexenio: la negativa rotunda a que los productos parlamentarios se formulen entre los actores de las cámaras. De ahí la clásica frase del mandatario de “no le muevan ni una coma”, una consigna que describe a su gestión como esa en la que él es el único y gran legislador.

Es lamentable que no exista la posibilidad de que diputados y senadores se sienten a revisar cada una de las ideas contenidas en la iniciativa y entre las cuales destaca la que pretenden eliminar la elección de los diputados de mayoría, así como las circunscripciones en que se encuentran divididos hasta ahora los 300 distritos con igual número de representantes que van a San Lázaro por el voto directo de sus comunidades, obligándolos a realizar un trabajo de tierra y, por lo tanto, a una rendición de cuentas en el caso de aspirar a la reelección.

Se trata de una idea que convertiría a todos los diputados en plurinominales, cuyos candidatos serían enumerados en listas, como ahora ocurre con los legisladores de esa denominación, dependiendo del porcentaje de votos que cada partido obtiene en la boleta correspondiente.

Si bien ese esquema le daría aún más poder a las cúpulas partidistas, a las burocracias de las fuerzas políticas, alejando a los parlamentarios del escrutinio ciudadano, hay que reconocer que la propuesta merece ser revisada como una vía complementaria en la búsqueda de una representación estricta de la voluntad depositada en las urnas.

El corazón sin embargo de la reforma es la obsesión del presidente López Obrador de aplicar la guillotina al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Así que la iniciativa le ofrece a Morena una alternativa concreta para que el INE de 11 consejeros sea sustituido por un llamado Instituto Nacional de Elecciones y Consultas con sólo 7 integrantes, y un renovado TEPJF, en tanto ambas instancias serían conformadas por personajes que se someterían al voto popular en función a una lista de candidatos propuestos por el presidente de la República, Congreso ahora con mayoría morenista y el Poder Judicial que encabeza el ministro Arturo Zaldívar.

Con esta aspiración, la de descabezar el INE de Lorenzo Córdova, el presidente López Obrador dio ayer el banderazo de salida de su nueva ruta de esa interminable campaña electoral de la que tanto goza.

Porque para el líder de la autoproclamada Cuarta Transformación, lo trascendente es renovar las banderas que polarizan a la clase política y al electorado entre quienes los aman sin condicionamientos y aquellos que insisten en las reglas de la política construida en las últimas tres décadas.

Por eso, como lo admitió en la conferencia de este jueves 27 de abril, al presidente López Obrador no le importa que desde ya la oposición le niegue los votos que una reforma constitucional requiere para ser aprobada, y esta modifica 18 artículos. Y así lo declaró.

Al contrario, eso es lo que quiere el mandatario: pelea, contraste y poner en marcha el calendario que contiene la iniciativa de reforma: elecciones el primer domingo de febrero de 2023 para renovar al INE y al TEPJF.

Y como ya sucedió con el entierro del Aeropuerto de Texcoco, las consultas para enjuiciar a los expresidentes y la de revocación de mandato, López Obrador, Morena, sus seguidores y aliados no se van a detener ante las reglas existentes. Así que preparémonos: que a nadie extrañe que, en septiembre próximo, como lo establece la propuesta, se lance la convocatoria para ir perfilando a los consejeros y jueces electorales del “pueblo bueno”.

@ivonnemelgar

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