Ahórrenme el 10 de mayo, por favor

Mejor hablemos de las tres “C”: Cuidados, Corresponsabilidad y Cansancio.

Ahórrenme el 10 de mayo, por favor
Katia D´Artigues

Si por mi propia maternidad fuera, yo propongo que nos ahorremos el 10 de mayo. Así, de plano.

Esto de los mensajes cursis del día, las flores, la narrativa de la “madre abnegada” que todo lo da por sus hijos me choca. Porque además es algo que hacemos, la verdad, todos los días, no sólo ese día.

Además, a mí, en particular, me mete en problemas con mi trabajo.

No quiero balconear a la escuela de mi hijo, Alan, quien como muchos y muchas saben además de ser un fan del futbol y la música también tiene síndrome de Down, que es una discapacidad intelectual.

Es difícil encontrar una buena escuela para él porque hay pocas y mucho más conforme los y las hijas van creciendo. Él ya tiene 15 años y esta escuela a la que va es una institución a la que quiero mucho y con la que estoy muy agradecida porque es una pionera en inclusión educativa de personas con discapacidad desde hace ya 40 años, y una joya en muchas cosas. Eso sí, es algo conservadora porque es católica (unas por otras: no importa que lo sea; yo también lo soy, pero a mi manera).

Y les pongo el ejemplo perfecto: este Día de las Madres. Nos invitan a una misa, ¿por qué no? ¡A las 10 de la mañana! Sí, querido lector y lectora, leyó bien: a las 10 de la mañana. Y luego nos dicen que nos podemos llevar a nuestros hijos a nuestras casas cuando termine el evento, a las 11:30 horas. ¿Pues qué más tenemos que hacer sino festejar con nuestros críos?

Y si una trabaja, ¿qué hace? Pues sólo que pida el día.

Y si yo, como es mi caso, en este momento justo estoy con un equipazo en Cemefi (Centro Mexicano para la Filantropía, donde desde enero trabajo como directora de Comunicación), organizando un Encuentro de Colaboración Ciudadana que inicia el 11 de mayo para hablar sobre la importancia del espacio común y la manera en que nos ocupa que no se cierre la participación ciudadana, ¿qué hago?

Pues la verdad es que ya decidí que Alan no irá a la escuela. No quiero tampoco que se sienta mal de que no vaya yo a la misa, que luego no regrese conmigo. Y que sea uno de los pocos compañeros y compañeras que vivan algo así.

Además, está la clara diferencia con otros festejos, como el Día del Padre.

Sabrán, y si no lo saben les cuento, que, además, soy madre soltera. Entonces veo claramente la diferencia. Una vez fui a ese festejo y no lo vuelvo a hacer.

Ahí estaba yo:  lo más arreglada posible y sintiéndome incomodísima entre puros hombres, casi todos vestidos con traje y corbata. Ni una mención hubo, claro, a quienes jugamos un doble rol. Y bueno, claro, ese evento sí se hizo temprano. ¡Los papás trabajan! Y por supuesto que nadie sugirió, ni de chiste, que luego se llevaran a sus hijos, hijas, hijes a sus casas.

¿Qué propongo para sustituir el 10 de mayo? Pues mejor que hablemos de tres “C”: Cuidados, Corresponsabilidad y Cansancio.

Que hoy, justo el 10 de mayo, hablemos de que no sólo los y las hijas deben estar a cargo de sus madres, sino que reflexionemos sobre un proverbio africano que a mí me gusta mucho.

En inglés dice: It takes a village to raise a child. Es decir: “Se necesita una aldea para criar un niño o niña”. Y es que… ¡así es! Se necesita a muchas personas que velen por su bienestar. No sólo personas. Políticas públicas. Instituciones.

Corresponsabilidad dentro de la familia y con el Estado. Necesitamos ya una política de Cuidados. No basta con reconocer el derecho en la Constitución, que está bien. Ahora hay que tener un Sistema Nacional de Cuidados y destinarle presupuesto para que opere, porque si no será letra muerta y, como muchas cosas en estos años, sólo la enunciación de una “buena intención” que en realidad es un “hágase, pero no se cumpla”.

Ah, también  que no anden queriendo desaparecer instituciones que nos costó trabajo crear, como el Sipinna: Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes. O el Conadis, Consejo Nacional para la Inclusión de las Personas con Discapacidad. Hacían cosas, ponían el tema en la agenda. No es menor.

Yo soy muy privilegiada y afortunada. No tengo de qué quejarme porque tengo muchos apoyos. Pero conozco a muchas mujeres madres, sobre todo de personas con discapacidad, que el día de hoy y todos los días lo viven con otra C siempre: C de Cansancio. Y si trabajan también otra C: de Culpa (algo en lo que las acompaño, parte mala onda de la herencia católica en la que crecí).

Necesitamos buscar cómo apoyarlas, fortalecerlas, darles un respiro para que tengan una hora más de sueño, un tiempo propio, un espacio para ellas, un largo respiro.

Yo sí querría regalarles todos los días eso más allá que decirles hoy –y sólo hoy– que las admiramos un montón, darles una flor y decirles “muchas felicidades”.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes. Suscríbete y sé parte de Opinión 51.