Refinería Olmeca en Dos Bocas: La opacidad como regla

Lo que tenemos es una obra cuyo presupuesto requerido no acaba de ver el fin ni ofrece transparencia alguna en su ejercicio.

Refinería Olmeca en Dos Bocas: La opacidad como regla
Rosanety Barrios

“Es especial porque se vuelve invisible a ojos de los necios…” Hans Christian Andersen. El traje nuevo del emperador.

La decisión de invertir en refinerías tomada por esta administración ha sido varias veces criticada por quienes consideramos que la inversión de cada peso público debe realizarse una vez que se valoró su costo, no solo el económico, sino el ambiental y social, de forma tal que lo que se espera, es que el dinero de los mexicanos se invierta en aquello que producirá el mayor beneficio integral para la sociedad.

“Palo dado, ni dios lo quita”, dice el refrán popular, mismo que aplica muy bien en esta ocasión, ya que nos encontramos ante una obra de enormes dimensiones en un punto de no retorno, es decir, que ahora la acabamos y la usamos, ya que será la refinería más moderna (y cara), que tendrá el país y no se trata de seguir cancelando obras que nos cuestan, aunque no se usen, al más puro estilo de lo que pasó con el aeropuerto internacional.

Pero la refinería, si bien está “en pie”, también está lejos de empezar a producir un solo barril de gasolina. Eso está claro ya para todos, incluso para el gobierno federal. La razón por la que retomo el hecho en esta columna es para destacar lo que me parece absolutamente inaceptable, ya que no depende de preferencias en el modelo energético a adoptar. Estoy hablando de la transparencia y rendición de cuentas.

Empecemos por recordar que la refinería “Olmeca”, localizada en Dos Bocas, Tabasco, nació presupuestalmente hablando, pasando por encima del procedimiento que la ley hacendaria establece para asignar presupuesto federal a un proyecto de infraestructura, esto es, dar cumplimiento con la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que exige el análisis “costo-beneficio” del proyecto para contar con su debido registro presupuestal.

Esta obligación legal simplemente fue omitida, ya que se definió que los recursos llegarían en la forma de aportaciones directas, es decir, se decidió que la nueva refinería, tendría el trato de una inversión financiera realizada de manera cruzada entre SHCP, la Secretaría de Energía y una filial de Pemex denominada, PTI, Infraestructura de Desarrollo, (las filiales no están obligadas a la rendición de cuentas que sí tienen las subsidiarias).  Desde ahí el origen de la dificultad para identificar el presupuesto asignado a esta obra, así como su avance.

Cuatro ejercicios presupuestales más tarde, fuimos testigos de su “inauguración”, sin tener claro cuál es el porcentaje de avance de la obra, qué es lo que hace falta construir aún, cuánto costará y el tiempo que requiere antes de dejar de ser una obra en construcción y ser un proyecto en fase de pruebas preoperativas. Lo único que tenemos para sustituir el ejercicio responsable de rendición de cuentas son los videos, en particular el del 2 de julio pasado, que nos muestran lo evidente: la construcción está lejos de estar terminada.

Y como parte de sus pendientes, está su integración al Sistema Nacional de Refinación, es decir, al conjunto de ductos y terminales de almacenamiento que fueron construidos en el pasado para dar salida al producto de las refinerías y aprovechar al máximo su producción. Esto último me lleva a compartir con quien amablemente me lee, que una opción que tuvo esta administración, ya decidida a reforzar la refinación de petróleo en territorio nacional, fue la de invertir en las 6 refinerías ya construidas en lugar de construir una nueva.

El sexenio pasado, Pemex presentó un plan para modernizar las 6 refinerías y dejarlas como nuevas, con 8 mil millones de dólares. Sí, la misma cantidad que supuestamente costaría Dos Bocas. Solo que, si se hubiera hecho así, la capacidad de refinación que hubiéramos recuperado asciende a 480 mil barriles de petróleo.

Imagine usted entonces que con… ¿la mitad? del dinero que nos costaría Dos Bocas, hubiéramos obtenido 1.4 veces su capacidad, sin el daño ambiental provocado con la destrucción del manglar que estaba en el terreno que hoy ocupa la refinería y con interconexión inmediata a los ductos y terminales que permiten tanto llevar el petróleo a las seis refinerías nacionales como mover su producción dentro del país.

Otro punto relevante es que la producción de crudo de Pemex será insuficiente para atender a las 7 refinerías nacionales, de forma tal que, si se quiere refinar a toda capacidad, además de seguir invirtiendo miles de millones de dólares en la modernización de las 6 refinerías actuales, será necesario importar el crudo que necesitarán para su procesamiento. Sume usted que el suministro de gas natural a Dos Bocas no ha sido resuelto y que se acaba de otorgar el permiso para que genere su propia electricidad y lo que tenemos es una obra cuyo presupuesto requerido no acaba de ver el fin ni ofrece transparencia alguna en su ejercicio.

@RosanetyBarrios

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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