🎉Especial: El amor no solo es bonito

Para este 14 de febrero Valeria Villa nos ofrece una columna especial: el amor y el narcisismo; el amor y las “reglas”; el amor y sus consecuencias.

🎉Especial: El amor no solo es bonito
Valeria Villa
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🎉Especial: El amor no solo es bonito
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Algunos años atrás, odiaba la celebración del día del amor y la amistad por sus nada nobles fines consumistas. Con el tiempo, encontré en el 14 de febrero una oportunidad para hablar, tan lejos como se pueda, de definiciones rígidas sobre que sí es y que no es amor o amistad.  Es incómodo y una confrontación interna preguntarse sobre la capacidad de amar.  Muy pocos serán sinceros. La mayoría dirá que ama lo mejor que puede. Que quiere a sus padres, a sus hijos, a sus amigos y a su pareja.  Algunos otros mentirán al decir que después de 30 años de matrimonio todavía sienten gran deseo por sus parejas.  Tal vez podrían decir que sienten amor y lealtad pero no deseo, que solo es posible respecto de lo ausente. El deseo es evasivo y se alcanza cuando dos que se aman tienen espacio para extrañarse.

Otro asunto perturbador en torno al amor son los intentos por reglamentar todo. Las banderas rojas siempre se le colocan a los demás, jamás a una misma. Que si no es empático, que si trata mal a los meseros, que si es un macho heteropatriarcal o una mujer que nunca se ha casado ni tuvo hijos, lo que podría ser señal de egoísmo o de tendencias al conflicto. Las banderas rojas solo deberían ser autorreferenciales. El yo es el único territorio sobre el que podríamos sincerarnos. Cuánto amor somos capaces de dar y recibir. Cuánto sufrimiento podemos tolerar al descubrir que los fantasmas no se parecen a la realidad. Que nuestras personas queridas son personas reales que no se someten a nuestros deseos ni nos resuelven todas las necesidades de aprobación y reconocimiento.

Cuántas fantasías sin procesar evoca el amor que no puede ir más allá del narcisismo. Que busca sólo su propio reflejo, que cree que la pareja debe formarse de dos personas afines que se lleven muy bien, que se parecen y entre las que abundan las coincidencias. El amor más allá del narcisismo es aquel que acepta lo extraño, lo impar, lo singular, lo que no se puede controlar. El deseo del otro solo existe en la falta, en la ausencia, en las diferencias, en la afirmación del otro como otro y no como un pedazo nuestro, como intento fallido de regresar a la fusión con la madre: la que sí ocurrió o la que se anhela que hubiera ocurrido.

Del amor de amistad poco se ha escrito.  Solo sabemos, por experiencia, que el duelo por una amiga o amigo perdido no está legitimado.  Muchos afirman que el dolor más grande se los provocó la pérdida de una amistad.  La muerte, el desencuentro que ocurre a veces con el paso del tiempo y el cambio de identidad acaba a veces con algunas amistades. Nadie aspiraría a ser la misma persona que en la preparatoria ¿o si?

Teorías para hablar del amor sobran. Una muy popular es la del amor líquido de Zygmunt Bauman, que describe la fragilidad de los vínculos humanos en la hipermodernidad, regidos por la prisa y por el consumo frenético de personas como si fueran productos.

Otra muy elocuente es la de Daniel Mundo, con el concepto de capitalismo afectivo: Si esa persona no te suma, déjala.  Entonces hay que apelar al tribunal de las amigas o de los terapeutas chafas que sí dicen:  Déjalo porque no te suma, como si se tratara de sumas y restas, y no de una relación humana atravesada por la frustración constante.

Esto no anula el derecho a sentirse feliz, contenta y satisfecha, pero solo de vez en cuando y sin la voracidad de querer que todo sea siempre como necesitamos.

Dice Alexandra Kohan que advertirle a alguien sobre lo que es el amor real es paternalista, pedagógico y moralista, porque la senda del bien no es universal.

Los discursos sobre responsabilidad afectiva suponen que el daño siempre lo produce el otro. Rara vez somos capaces de vernos haciendo daño, siendo crueles y a veces peligrosos.

Otra teoría que ilumina las reflexiones sobre el amor es la del narcisismo, que puede resumirse en que amamos como nos amaron. Que la madurez es ser capaz de reconocer a las personas que amamos como sujetos y no como producto de la proyección de nuestros deseos. Ser neurótico es privilegiar lo que está en la mente por encima de lo que está afuera, en la realidad. El narcisismo se hace evidente cuando los otros no aceptan nuestro control omnipotente. Porque solo a veces quieren lo que queremos, les gusta lo que nos gusta o nos dan el amor exactamente como lo imaginamos. El resto del tiempo aparece el conflicto.

Se puede decidir no amar porque distinguir entre fantasía y realidad es muy doloroso. Pensar que es preferible aislarse, alejarse y esperar a que un buen día llegue una persona ideal, para el amor o la amistad.

El amor sin sufrimiento no existe, es solo un producto barato de la autoayuda. El amor significa pérdida, rechazo, decepción. El sufrimiento es necesario porque nos obliga a reconocer la diferencia entre realidad y fantasía.

Cuando prevalece la muerte sobre la vida, se empobrecen las relaciones: Si no me enamoro, si no vuelvo a confiar en una amiga, no sufriré.

También aparece la frialdad y la indiferencia frente a la frustración que es el otro y la realidad: No me importa, no necesito de nadie, me da igual.

El narcisismo, nos dice Luis Hornstein, es un estado mortífero. En la autosuficiencia se destruye todo intercambio verdadero o se limita a relaciones que funcionen como espejo, que nos digan lo que queremos escuchar.

Un sistema cerrado está condenado a morir, porque no solo es indiferencia hacia los demás sino también vacío y falta de pasión e interés hacia el yo.

No es lindo ni vende libros ni videos de dos minutos ni tiktoks motivacionales pero debo concluir diciendo que amar es exponerse al abandono y reavivar angustias de invasión y de separación.

@valevillag

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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