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Por Yoeli Ramírez*

Más allá de la guerra interminable de bots, marchas y plantones —unos oficialistas, otros opositores— existe un país real que exige ser escuchado. Un país que sangra. Un país que ya no aguanta pretextos.

Todos los partidos que hoy gobiernan, legislan o administran recursos públicos deben asumir una verdad incómoda: la violencia en México no es un invento de adversarios ni una narrativa fabricada; es una tragedia diaria. Y como tal, están obligados a enfrentarla con responsabilidad, construir puentes y buscar soluciones conjuntas.

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Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.