Revictimización mediática

Al igual que otras compañeras de la industria audiovisual y del arte, he tenido que pagar el alto costo psicoemocional, laboral, moral y económico de la revictimización mediática.

Revictimización mediática
Vanessa Bauche
Por Vanessa Bauche
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A los medios de comunicación, a la opinión pública y ciudadanía en general.

Con profundo respeto a quienes honran el ejercicio periodístico con veracidad y legalidad, en espera de sumar hacia una comprensión más profunda y humanista, comparto lo siguiente:

Soy una mujer con responsabilidad social que practica la sororidad, actriz con 36 años de experiencia profesional ininterrumpida y más de 22 años como agente de cambio y luchadora social. He visualizado muchas causas por el bien común, además de ser solidaria con cada persona que trabaja por desnormalizar la violencia en todas sus formas. Soy constructora de Cultura de Paz. No soy vocera de nadie, hablo desde mi propia experiencia, ya que recientemente, al igual que otras compañeras de la industria audiovisual y del arte, he tenido que pagar el alto costo psicoemocional, laboral, moral y económico de la revictimización mediática. Misma que daña igual o más, que muchas de las agresiones denunciadas, ya que cada vez que especulan sin sustento jurídico ni veraz, nos vulneran, el stress post-traumático se reactiva, revivimos las agresiones interminablemente afectando seriamente el proceso de sanación que las víctimas llevamos, y esto debe parar.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo se han ido pervirtiendo las líneas editoriales de muchos medios especializados en espectáculos, quienes han optado por hablar más sobre temas legales, que de nuestro trabajo, sin contar con la formación profesional para abordar estos casos. Especulando, tomando partido, poniendo en duda a las personas denunciantes, incluso calumniando y revictimizando, y que sin la menor consciencia de las consecuencias de sus palabras al mediatizar los casos por alimentar el morbo en busca de rating, se convierten en perpetradores de los mismos actos de violencia denunciados. Acrecentando con estas conductas el daño integral de las víctimas, poniendo en riesgo no solo los debidos procesos, sino también la integridad moral y laboral tanto de quienes denunciamos como de sus familias y todas sus relaciones, incluso, atentando contra la vida.

El escarnio y hostigamiento público y mediático incitan a efectuar actos de violencia contra las personas denunciantes, y pueden llegar a inducir a alguien al suicidio. Colocando a estos medios lejos, muy lejos, de ser un instrumento de apoyo para concientizar a la sociedad y ayudar a desnormalizar estas violencias que tienen tan herida el alma de la nación, como el alma de cada una de las familias que la conformamos. Violencias que nos afectan y degradan a todos. Y que cualquiera en su sano juicio debe rechazar tajantemente, ya que quien no reconoce la violencia es porque la ejerce.

La revictimización mediática lejos de contribuir en la reparación del tejido social, opera directamente en agravio de quienes denunciamos, de las instancias correspondientes y paradójicamente también en detrimento del propio periodismo y de toda la sociedad.

Pareciera que estos casos de denuncias de violencia de género y violencia contra la niñez, al tener figuras públicas involucradas automáticamente convirtiera a quienes denunciamos, no en víctimas de probables delitos, sino en objetos sin derechos. Como si nuestra condición laboral otorgara tanto a algunos medios como a la opinión pública la facultad de hacer escarnio hasta donde el rating o su moral les permita con nuestros nombres, trayectorias, dolor y dignidad humana.

Por respeto a los debidos procesos y sobre todo a la salud psicoemocional de quienes hemos enfrentado ataques por parte de narcisistas integrados, invito atentamente a los medios, comunicadores, compañeras y compañeros del gremio y a la opinión pública, a que antes de emitir juicios lesivos, se pongan en el lugar de las víctimas y de sus familias. Solo quienes hemos emprendido acciones legales en legítima defensa, sabemos lo costoso, doloroso, re victimizante y desgastante que es intentar buscar justicia por las vías conducentes frente a un sistema de impartición de justicia patriarcal, muchas veces proteccionista de delincuentes, ya sea por soborno, influyentismo o negligencia, aunado a la práctica ilegal de compra- venta de información delicada por parte de algunos de estos medios, lo que crea un cocktail tóxico informativo corrompiendo por la perversión de las narrativas a los mismos, haciendo ver estos casos tanto ante las autoridades como ante la opinión pública como algo de poca importancia , sin veracidad y de dudosa transparencia.

Las víctimas de violencia estamos en nuestro derecho de hablar si así lo decidimos, cuando estemos listas, por los medios que elijamos, y de compartir lo que necesitamos para nuestro proceso de recuperación. Sin que esto le otorgue absolutamente a nadie el derecho a poner en duda nuestras palabras, experiencias, o acciones emprendidas conforme a derecho. Cada sobreviviente, en su momento, comparte lo que puede, lo que su alma necesita liberar para sanar su dolor por los agravios en su contra, y en algunos casos, para alentar a que otras víctimas civiles se reconozcan como personas sujetas de derechos y actúen en consecuencia. Y esto debería bastarnos para mostrar EMPATÍA Y RESPETO. Independientemente de las dudas, filias o fobias que cada quien construye desde su imaginario.

Tarde o temprano LA VERDAD SIEMPRE SALE A FLOTE y el juicio le corresponde a Dios y a las autoridades pertinentes, no a los medios, ni a sus audiencias.

Por eso me resulta  de VITAL IMPORTANCIA recordarles nuevamente que: NO SE LITIGA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Esa es una estrategia ruin, ilegal y corrupta, por parte de quienes intentan manipular a la opinión pública a su favor. O en el caso de denunciantes, la mayoría de las veces es una medida desesperada por parte de víctimas que, o no cuentan con la debida red de apoyo y contención, o ya agotaron todas las medidas conducentes y/o económicas a su alcance.

Tal vez la opinión pública no lo sepa: Las supuestas “pruebas” que filtran a medios las partes acusadas con litigios en curso, son elementos que HAN SIDO RECHAZADOS por las autoridades pertinentes: jueces, peritos y especialistas en criminología forense, al carecer de valor y sustento para las litis en cuestión. De filtrar pruebas válidas, incluidas en las carpetas de averiguación, tanto los imputados como sus asesorías jurídicas estarían incurriendo en la VIOLACIÓN FLAGRANTE al Código Nacional de Procedimientos Penales lo cual agravaría la situación jurídica de las partes acusadas.

Las VERDADERAS pruebas y narración puntual de los hechos se presentan ante los tribunales de justicia, conforman carpetas de averiguación que por ley deben mantenerse en secrecía. No deben filtrarse ni a los medios, ni en redes, en tanto no hayan finalizado los debidos procesos de cada caso.

Por todo esto, tanto los medios de comunicación como la opinión pública, deben abordar estos casos con total seriedad y empatía hacia quienes denunciamos.

En el respeto al dolor ajeno radica la paz social que tanta falta nos hace.

Abrazo profundo de mi alma al alma de cada persona que sobreponiéndose al dolor y al miedo, se arma de valor para denunciar y avanzar hacia su recuperación integral.

Gracias totales por la comprensión y acuerpamiento tanto a los medios socialmente responsables y a la opinión pública consciente, y por estos más de 36 años de acompañamiento mutuo.

¡Solo unidos podemos sanar al país!

#AltoALaRevictimizaciónMediática

Bendiciones, legalidad y justicia para todas y todos.

*Vanessa Bauche.

Con 36 años de trayectoria profesional y 22 años de labor social, Vanessa se ha convertido en un referente del cine, la TV y el teatro en México; lo que le ha valido diversos reconocimientos a su calidad histriónica, convirtiéndola en una actriz sólida, multifacética e internacionalmente reconocida.
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@VanessaBauche

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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