Confiar en ti

El segundo debate no tuvo piedad ni medias tintas.

Confiar en ti
Pamela Cerdeira

Por Pamela Cerdeira

Su voz era pequeña, podría decirse que hasta apagada, como de un ratoncito, pero tan pronto como sus pies tocaban el escenario, esa personalidad tímida se transformaba en un monstruo de mil cabezas, su potente voz alcanzaba hasta el último rincón del más grande recinto al que hacía vibrar con su fuerza. Da igual, podemos hablar de Michael Jackson o de Yuridia. Hay muchos artistas que se transforman cuando están frente a los reflectores, crecen. Y por otro lado, están aquellos a quienes las luces, las cámaras y los micrófonos los hacen verse más pequeños. 

Hablar en público no es parte de la canasta básica educativa, es una habilidad que bien se tiene o se aprende, pero como todas las habilidades, lleva trabajo. Las cámaras lo hacen todo más grande: el enojo, las risas, las molestias, las arrugas. Los micrófonos captan el temblor en la voz, las variaciones en el volumen, lo que se dice, y lo que se deja de contestar. Los silencios frente a los medios tienen un tiempo propio, se sienten mucho más largos de lo que cualquier reloj pueda registrar. 

Por eso, escuchar a Xóchitl Gálvez decir las siguientes dos cosas previo al segundo debate: demasiados asesores que dicen cosas distintas y no me sentí cómoda con sin mi huipil. Le preguntaba a Bárbara Tijerina la importancia del huipil. Puedo imaginar las mil razones que los asesores le dieron para disfrazarla en el primer debate, Bárbara contestó sin dudar: lo más importante es que se sienta cómoda.