Se cuartearon los muros.
Me cojo la cabeza entre las manos.
Ya es tarde.
Hay un estrépito y la tierra me sale por los ojos.
Mi lengua sepultada entre escombros
no dirá ya
cómo sucedió la catástrofe.
A cuánto talismán recurro
cae hundido entre la tierra que cae de mi cabeza.
El polvo del derrumbe empieza a sepultar mis hombros,
mi garganta, me llega hasta los pies.
Ya sólo soy un túmulo de tierra.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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