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Por Adela Navarro Bello

Ciertamente la primera en salir a decir que no tenía conocimiento del operativo para detener a Pablo Edwin Huerta Nuño, “El Flaquito”, y que su Agencia Estatal de Investigación nada había tenido que ver en la captura del capo del Cártel Arellano Félix, fue la fiscal general del Estado de Baja California, María Elena Andrade Ramírez. El segundo fue el General Laureano Carrillo Rodríguez, secretario de Seguridad de Baja California, quien al inicio confirmó que tal hazaña había sido ejecutada de manera exclusiva por el Gobierno de la República, y que ellos no tenían conocimiento; aunque después intentaría cambiar su versión y decir que sí hubo una notificación.

La realidad es que no, ni a la FGE ni a la SSPC de Baja California les informaron de la investigación que desde diciembre iniciaron –y desde hace cuatro meses obtuvieron resultados positivos– para detener al narcotraficante que, a pesar de tener su influencia criminal en Tijuana y otras áreas de la Zona Costa del Estado, no cuenta con una orden de aprehensión en esta entidad fronteriza.

Todo el operativo, ciertamente con información compartida de los Estados Unidos, fue llevado a cabo desde la Ciudad de México, específicamente en un grupo no numeroso, pero sí altamente especializado, de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República (FGR por sus siglas), y cuando confirmaron la presencia del capo en una céntrica y pudiente zona residencial de Tijuana, arribaron en un avión especial para capturarlo.

No es gratuito que ni la fiscal ni el secretario de Seguridad de Baja California no fuesen informados sobre el operativo de captura del Flaquito; tampoco es casual que la encargada de la procuración de justicia haya sido la primera en deslindarse de la aprehensión. Por lo menos en dos o tres ocasiones anteriores, al capo lo dejaron ir autoridades locales en supuestos operativos para detenerle. La complicidad de corporaciones policiacas bajacalifornianas con el miembro del Cártel de los hermanos Arellano, era conocida.

El Flaquito ha sido señalado de haber ordenado asesinatos, secuestros, robos de droga con ayuda de oficiales de corporaciones policiacas y de seguridad; de encabezar una de las células fronterizas más prolífica, violenta e impune en Baja California; tan es así, que no cuenta con una orden de aprehensión en esta entidad federativa. De hecho, no lo estaban buscando ni la fiscalía ni la Secretaría de Seguridad; no era su prioridad ni de cerca, a pesar de haber sido nombrado uno de los principales “generadores de violencia”, como suelen llamar oficialmente a los narcotraficantes que asesinan, secuestran, cobran piso y cometen otros delitos.

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