Por Adela Navarro Bello
Morena no sale de una cuando ya sus miembros metieron al partido, que se define como movimiento, en otra. En las últimas semanas el partido en el poder ha estado en el entredicho popular debido, primero, a las señaladas ligas de un secretario de seguridad de gobierno morenista, nada menos que el de Tabasco, la tierra de origen del líder moral y fundador, Andrés Manuel López Obrador, con el narcotráfico, y no con cualquier cártel, sino con el que ha tenido mayor crecimiento en los últimos 12 años: el de Jalisco Nueva Generación; y después, porque en el periodo vacacional, los líderes del partido decidieron recrearse y relajarse en hoteles de lujo en el extranjero, incluido el hijo mayor del tabasqueño, Andy López Beltrán, en Japón, en hotel de lujo de Tokio con compras de aún mayor exclusividad.
En medio de tales escándalos, aparece otro: el de la diputada conocida como “Dato protegido”, Diana Karina Barreras y su esposo, Sergio Gutiérrez Luna, además presidente morenista de la Cámara de Diputados, quienes fueron exhibidos por el periodista Jorge García Orozco por la vida dispendiosa que llevan, a partir de revelar el altísimo precio de las prendas, el calzado, las joyas y los relojes que la pareja utiliza y ha presumido en sus redes sociales y en el día a día de su vida legislativa.
El punto común en todos los temas escándalos de Morena, en días recientes, es la incongruencia.
El mismo Adán Augusto López Hernández –ahora senador pero que como gobernador de Tabasco tuvo entre sus colaboradores a Hernán Bermúdez, como secretario de seguridad y hoy prófugo de la justicia–, fustigó hasta el cansancio que Felipe Calderón Hinojosa debió estar enterado de los malos pasos en los que andaba su secretario de Seguridad, Genaro García Luna, hoy preso en la Unión Americana. Sin embargo, en una incongruencia total, esa máxima no le aplica a él. Es decir, Calderón estaba obligado a conocer de las actividades ilícitas de su secretario de Seguridad, pero Adán Augusto no está obligado, ni enterado, de las ligas que con el CJNG tenía su secretario de Seguridad.
Si un tema ha abanderado a los morenistas es la premisa lopezobradorista de vivir en la justa medianía. El expresidente, que predicó con el ejemplo al decir que sólo traía 200 pesos en el bolsillo, que vacacionaba en los pueblos y playas de México, que no hizo viajes al extranjero, que manejaba un carro austero, ahora está observando cómo su hijo se hospeda en hoteles cinco estrellas en Japón; sus aliados Ricardo Monreal, Mario Delgado, Laida Sansores, haciendo lo mismo por Europa, y además que, faltando a su máxima de no tener más de un par de zapatos o no vestir lujos, su vástago compra en Prada, el otro hijo viste de marcas de diseñador y el presidente de la Cámara de diputados y su esposa, poseen atuendos, accesorios y obras de arte por arriba de los cinco millones de pesos. La incongruencia total en la era de los excesos de algunos morenistas.
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