Por Adela Navarro Bello
El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, ha sido el parteaguas de la indignación ciudadana en México. A sus 40 años, cumplidos en abril 2025, el alcalde demostró no sólo compromiso con su pueblo, también valentía para enfrentar a poder y crimen, y una conducta de suma empatía y sencillez, caracterizada por su disponibilidad social.
Enfundado en su sombrero vaquero que hizo insignia de su personalidad, el alcalde no vivió escondido, ni se autocensuró cuando tuvo la imperante necesidad de representar a sus gobernados para defenderlos de las garras del crimen organizado, y exigir seguridad al Gobierno del Estado y al de la República.
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