Por Adela Navarro
De repente, en pleno festejo por la Independencia de México, autoridades mexicanas, en lo que pareció una vía cortísima, extraditaron a Ovidio Guzmán López el Ratón a Estados Unidos. Era esta una acción que sucedería tarde o temprano. El hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera había sido detenido en enero de este año, con una orden de aprehensión con fines de extradición.
Efectivamente, en México no se buscaba al vástago del capo del Cártel de Sinaloa para procesarlo por delitos cometidos en este país. De hecho, no fue hasta su detención, la segunda, que surgió una carpeta de investigación en Sonora. Ni la Fiscalía General como la Secretaría de Seguridad Ciudadana del Gobierno de la República investigaron, o al menos no lo hicieron público, los hechos violentos ocurridos durante la primera detención de Ovidio en 2019, cuando Andrés Manuel López Obrador, en su calidad de Presidente, dio la orden de liberarlo, pero la acción criminal dejó por lo menos 19 muertos, entre otros daños y decomisos.