Por Alehira Orozco*

Hablar de las pequeñas y medianas empresas es hablar del corazón productivo de México. Son ellas las que, día a día, sostienen el empleo, la economía, la innovación y la esperanza de millones de familias. Cada PyME digital representa una historia de esfuerzo y entrega, de alguien que encontró en la tecnología una oportunidad para emprender, para innovar, para sobrevivir o para crecer en momentos difíciles.
Por eso, cuando desde la política fiscal se discuten medidas que pueden poner en riesgo su estabilidad —como el incremento en las tasas de retención de ISR e IVA propuesto en el Paquete Económico 2026—, es necesario abrir una reflexión más amplia sobre el tipo de país que queremos construir.
La digitalización no solo transformó la manera en que compramos o vendemos; transformó las posibilidades de desarrollo para miles de negocios que encontraron en internet un espacio para competir y prosperar. Impactar fiscalmente a quienes han decidido formalizarse y apostar por la tecnología puede traducirse en un retroceso que impacta en la inclusión, el empleo y el desarrollo regional.
Entiendo, desde mi experiencia en el diálogo público-privado, que la recaudación justa y el fortalecimiento del sistema fiscal son objetivos legítimos y necesarios. Pero también sé que las buenas políticas públicas nacen del equilibrio entre lo técnico y lo humano. Las PyMEs no son cifras: son comunidades enteras que dependen de flujos económicos estables, de reglas claras y de condiciones que les permitan crecer.
Una retención desproporcionada puede parecer, en el corto plazo, una solución práctica para aumentar los ingresos del Estado, pero en el largo plazo terminará afectando la base misma de la economía: los negocios formales que sostienen empleos y generan desarrollo. Cuando el costo de la formalidad se vuelve más alto que el de la informalidad, perdemos todos.
México necesita un marco fiscal que escuche, que dialogue y que entienda las realidades de quienes producen, venden y crean valor en los entornos digitales. La solución no está en cargar más a los pequeños, sino en acompañarlos para que sigan creciendo, generando empleo y contribuyendo fiscalmente de manera sostenible.
El reto está en construir juntos —autoridades, empresas, emprendedores y sociedad civil— un modelo fiscal inteligente, proporcional y sensible a la realidad económica del país. Uno que no castigue la digitalización, sino que la incentive como herramienta de inclusión y competitividad.
Cuidar a las PyMEs que venden en línea es cuidar el presente y el futuro de México. Y ese es un compromiso que debe unirnos a todos.
*Alehira Orozco es Directora de Relaciones con Gobierno de Mercado Libre México
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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