Por Amy Glover Drake
El mayor riesgo que enfrentamos como humanidad es el cambio climático. Lamentablemente, somos una especie que le cuesta mucho trabajo enfrentar riesgos de largo plazo y coordinar acciones más allá de nuestras fronteras.
El cambio climático no es un problema que un país puede resolver por sí solo, sino un desafío que requiere cooperación, justamente cuando las soluciones multilaterales parecen ser cada vez menos alcanzables. Aún y cuando significa que podríamos extinguirnos, el cambio climático no es nuestra prioridad.
Hoy en día hay más distracciones que nunca que impiden tomar en serio el tema, entre ellos los principales conflictos bélicos y políticos. Según la Academia de Ginebra, hay más de 110 conflictos armados sucediendo a nivel global, y esto incluye las guerras más reportadas entre Rusia y Ucrania, Israel y Hamas, y la guerra civil en Sudán.
Y en cuanto a la situación geopolítica, EUA está desmontando el sistema de libre comercio y democrático que el país impulsó desde la Segunda Guerra Mundial, y el presidente Trump ha puesto el pelo de punta de sus aliados y sus “enemigos” al igual a través de constantes torceduras de brazo. Ante tanta noticia y miedo, es difícil planear más allá de mañana.
Desde el siglo XVII, EUA es el país que más ha contribuido al cambio climático a raíz de sus emisiones, y el plan es seguir contaminando. El presidente Trump considera el tema ambiental como una piedra en el gran zapato de su proyecto, America First, que impulsa el uso de hidrocarburos. La legislación que el Partido Republicano pasó a principios de este mes frustra el desarrollo de la energía renovable y la transición hacia la electromovilidad en su país, algo necesario para disminuir las emisiones de carbono y metano.
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