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Por Ana Cecilia Pérez

La inteligencia artificial (IA) ha transformado numerosos sectores, brindando innovaciones que mejoran la eficiencia y automatizan procesos complejos. Sin embargo, su integración creciente también presenta desafíos significativos en el ámbito de la ciberseguridad. A medida que la IA se vuelve más sofisticada, también lo hacen las tácticas de los ciberdelincuentes, lo que lleva a un incremento en la frecuencia y complejidad de los ataques cibernéticos, es decir la inteligencia artificial no solo potencia las defensas, sino que también puede ser un vector para amenazas más avanzadas y difíciles de detectar.

La IA puede ser un aliado poderoso en la ciberseguridad, mejorando la detección de amenazas a través de la automatización y el análisis predictivo con sistemas alimentados por ésta, se pueden procesar grandes volúmenes de datos a una velocidad y con una precisión que supera ampliamente las capacidades humanas, identificando patrones sutiles que indican una amenaza potencial. Sin embargo, esta misma tecnología, cuando está en manos equivocadas, facilita a los atacantes la creación de malware y ataques cibernéticos que son altamente sofisticados y adaptativos. Los ciberdelincuentes utilizan la IA para desarrollar software malicioso que puede aprender y ajustarse en respuesta a las medidas de defensa, creando un juego del gato y el ratón perpetuo y cada vez más complejo.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.