Por Areli Paz
Decepción: sensación profunda de vacío.
Realidad: Momento de reconocimiento, personal, físico o mental.
Violencia: Continua y socialmente aceptada.
La presidenta con A no está leyendo las señales, el país no está bien, el tejido social se descompone cada vez más. Se desgarra y “las curitas” ya no alcanzan.
A pesar de los múltiples proyectos de bienestar, la realidad revela que la palabra está devaluada gracias a la 4T.
Cada mañana le cuesta más trabajo a la presidenta comunicarse bien, frases incompletas, temas revueltos, muecas, tonos burlones, descalificación y molestia por el que piensa diferente.
Fonéticamente ha tomado el mismo rumbo que Andrés Manuel, frase hecha, pausas, repetición de estrategia y datos, muchos números para dar la percepción de que pasan muchas cosas en el país.
Gráficas y gráficas que de tanto que traen no terminan diciendo nada.
Mientras el discurso camina por un lado, la realidad nos rebasa por el otro.
Una influencer asesinada en vivo, un shock para muchos de nosotros que crecimos con la idea de que la violencia es inaceptable en cualquiera de sus monstruos.
Los más jóvenes buscaban la imagen, hicieron videos, memes, canciones, corridos tumbados, la revictimización en pleno, frente a un hecho brutalmente doloroso.
Y en la mañanera se reduce a un “se está investigando”.
Justo el martes cuando presumían la detención de criminales de altos vuelos, decomisos históricos de droga y el éxito de la estrategia de seguridad, les avisaron que dos colaboradores cercanos de la jefa de gobierno de la ciudad, habían sido asesinados.
No sabían qué hacer, no sabían qué decir, tuvo que pasar una hora para que pudiera confirmar el hecho y decir que lo lamentaban y que habría investigaciones a fondo.
En ese momento la presidenta debía haber terminado la conferencia, debía haber ido detrás de la puerta y planear mejor.
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