Por Areli Paz
Pleiteros: peleadores no profesionales, amantes del debate vacío y el argumento fácil.
Insulto: comentario fuera de tono, armonía y buena educación. Puede o no llevar palabras altisonantes.
Cordura: pequeña línea transparente por la que camina la paciencia y el equilibrio.
Estamos muy violentos y violentas.
Estamos muy enojados y enojadas, cada día tenemos la piel más sensible y hemos ido aprendiendo a ser “pleiteritos”, sí, peleadores que no tienen técnica y a veces ni motivo, pero logran subirnos al ring y nos lanzamos, como se puede, con lo que tengamos y creamos.
Las redes se han vuelto un ring multitudinario en donde todos vamos subiéndonos, según nuestras aficiones, gustos, emociones, defensas, creencias y momentos de lucidez.
Seas empresario, periodista, médico, maestra, alumno, catedrático, creativo, conductor de un camión, dependiente de tienda o taquero, todos vamos creyendo que nuestra voz, ideas y percepción de vida es única y capaz de imponerse a los demás.
El insulto habla de los pocos argumentos que tiene alguien para conversar o debatir.
La descalificación es barata, la comparación burda sólo deja al descubierto la incapacidad de confrontar a mentes más brillantes que la nuestra.
El insulto no necesariamente lleva palabras altisonantes; el insulto es la combinación de palabras y tono de un comentario que sirva para tratar de minimizar a nuestros rivales, de conversación o de intento de ella.
Los pleiteritos y pleiteritas son aquellos y aquellas que no pueden confrontar ideas sin rayar en la violencia o la vulgaridad. Queriendo o no, hay momentos en que rayamos en esa línea, por eso es tan importante parar, reflexionar y escribir con claridad nuestras ideas y cuestionamientos.
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