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Por Claudia Pérez Atamoros

¡Qué más da!

Muy pronto habremos conocido en su totalidad al famoso gabinete paritario, equitativo e igualitario. Por lo pronto, y hasta donde vamos, los cargos han recaído en puros mayores de 60. Hombres y mujeres con sobrada lealtad política y mejor aún experiencia basada en estudios profesionales de alta calidad y en políticas públicas. Ningún improvisado y tampoco, ¡al fin! con 90 % de hambre huesera y 10 % o menos, de capacidad.

Desde el punto de vista personal, la edad importa sólo en cuanto a la visión que de sí mismos tengan cada uno de los integrantes del que será el próximo cuadro sexenal.

Si pertenecen a los sexalescentes, echados pa´lante, pues el país lo va a agradecer. En cambio, si se afilian a las filas del edadismo en las que se sienten viejos y cansados, sin posibilidad de aprender y seguir adelante, nuestro México difícilmente será bien dirigido. El término edadismo fue establecido en 1968 por el gerontólogo y psiquiatra Rober Butler. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.