Por Claudia Pérez Atamoros
“A esas, las de Opinión, ni la muerte las manda a callar.”
La flaca, periodista frustrada,
leyó Opinión 51 y se ardió:
“Estas mujeres opinan tanto,
que ni muertas pierden la voz.”
Llegó con su libreta negra,
a buscar su exclusiva final,
pero Pamela —en junta eterna—
contestó desde el más allá:
“¿Morir? No tengo agenda libre,
regrésame en la eternidad.”
Intentó con Soledad, la sabia,
que equilibra todo mal,
conciliando a vivos y muertos,
pero morir… eso no está en su plan.
—“Te propongo un acuerdo justo:
muere tú, pero en paz.”
Y Sandra, la insomne del gremio,
la que escarba en la oscuridad,
respondió con café en la mano:
“Si no duermo por investigar,
¿tú crees que voy a morir, flaca?
Primero se cae el SAT.”
La catrina, ya sin fuentes,
cerró su laptop con pesar:
“Ni en el panteón hay tanto empuje,
ni tanta sororidad.”
Y así, la muerte rendida,
dejó su nota con pesar:
“En Opinión 51, hasta el silencio es opinión,
y ni la muerte las manda a callar.”
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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