El México ¿de todxs?

Incluir a las personas con discapacidad en el ámbito laboral, según la Organización Internacional del Trabajo, traería como consecuencia un incremento en el Producto Interno Bruto (PIB) del 7%.

El México ¿de todxs?

Este es México según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI): el país está poblado por 51.2% de mujeres, el 2% dice ser afromexicana o afrodescendiente, el 16% tiene alguna discapacidad, el 6.1% habla alguna lengua indígena. Si ese es nuestro país, ¿por qué no está representado igual en esos micro universos que son las empresas y los centros educativos? Porque a pesar de que las herramientas para la inclusión tendrían que estar garantizadas por el Estado, esto no es así, y ser mujer, afromexicano o afromexicana, indígena o persona con discapacidad representa una barrera. Por ejemplo, según el Semáforo de Brechas Económicas de México Evalúa, entre los puestos faltantes por ocupar, el 36% son de mujeres, contra el 16% de los hombres; las mujeres tienen un 3% más de pobreza laboral, y se emplean en su mayoría y en mayor proporción que los hombres, en la informalidad. En el mercado formal, ocupamos menos de 30% de los puestos directivos, y pocas veces formamos parte de los Consejos de Administración, a pesar de que son más las mujeres que se gradúan de las universidades que los hombres. ¿Qué está pasando? Dedicamos 43 horas de la semana al trabajo del hogar y tareas de cuidado que no son remuneradas, son más que una jornada laboral completa. Aceptamos trabajos peor pagados, por cada $100 que recibe un hombre, las mujeres recibimos $80. Y el problema se replica en todo el mundo, si revisamos los datos del Censo de Estados Unidos de 2019, la brecha salarial se va ampliando entre hombres blancos que ganan más que mujeres asiáticas, pero todavía más que las mujeres blancas, mucho más que las mujeres afroamericanas y en la lejanísima diferencia, las mujeres hispanas o latinas con una brecha de casi el 50%. La inclusión implica esfuerzos de gobiernos, sector privado y sociedad. Se necesitan acciones afirmativas, acceso a guarderías, labores de cuidado, repartición de las tareas del hogar y hasta permisos de paternidad obligatorios y extendidos.

Sobre las personas con discapacidad, su inclusión es una historia de dulces amargos especialmente para México. Fue gracias a Gilberto Rincón Gallardo que nació la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la cual fue uno de los autores, a esta convención se le deben los importantísimos avances que han tenido países como Japón, Noruega y Nueva Zelanda. Sin embargo, los últimos años han representado una serie de retrocesos. El Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (CONADIS) no tiene titular desde finales del 2018, lo mismo sucede con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) desde junio del 2020. Lo que se ha hecho, es otorgar becas para personas con discapacidad, que contemplan sólo a un millón de beneficiarios, cuya meta no ha sido alcanzada. Mientras el gobierno invirtió 800 millones de pesos en el Teletón, el Instituto Nacional de Rehabilitación dejó de recibir esos recursos, lo que dejó sin atención al grupo de personas que el Teletón no atiende por edad, discapacidad o ubicación. Incluir a las personas con discapacidad en el ámbito laboral, según la Organización Internacional del Trabajo, traería como consecuencia un incremento en el Producto Interno Bruto (PIB) del 7%.

Para la plena inclusión de las personas afromexicanas es urgente tener marcos jurídicos que les reconozcan en sus aportaciones a la sociedad y se les incluya en la formación de la que estamos creando.

Si volteamos a ver el México que somos, el de la realidad, el de las personas indígenas, LGBT, el de las afroamericanas, el de quienes tienen alguna discapacidad, el de las mujeres, y construimos un país en el que todas las personas quepan, no solo seremos un mejor país, también uno más rico, ese sí sería, el México de todxs.


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