Document
Por Cynthia Dávalos
audio-thumbnail
Audiocolumna
0:00
/223.08

Yo recuerdo que antes ser policía era un oficio de respeto. En muchas familias mexicanas, vestir el uniforme representaba orgullo, estabilidad y servicio. Era el trabajo del vecino que cuidaba la esquina, del amigo que patrullaba con honor, del padre que salía cada mañana convencido de proteger a los demás. Pero algo cambió.

¿En qué momento el orgullo se volvió miedo? ¿Cuándo el uniforme perdió respeto y se convirtió en blanco de desconfianza o de burla?

Hoy vemos videos donde la gente agrede o ridiculiza a los policías. Son el escudo de las protestas y, muchas veces, enviados sin derecho a defenderse. Si a eso sumamos la ola de violencia que atraviesa el país, el panorama se vuelve aún más complejo.

En estos días, diputados federales coincidieron en la necesidad de aumentar el presupuesto del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública (FASP), que en 2026 será de 9 mil 951 millones de pesos, apenas 0.5 % más que en 2025. Una cifra simbólica frente al deterioro de las corporaciones estatales y municipales, que enfrentan el crimen con recursos mínimos y cada vez menos respaldo ciudadano.

La realidad es devastadora. Los datos recientes muestran que, en Sinaloa, desde septiembre de 2024, 57 policías han sido asesinados en medio de disputas criminales. Y no es un caso aislado. Según Causa en Común, 301 policías han sido asesinados en lo que va de 2025, un promedio de uno por día, 24 % más que el año pasado. Los estados más peligrosos son Sinaloa, Guerrero y Guanajuato, donde la violencia contra los elementos se ha vuelto parte de la rutina informativa.

Hay que tomar en cuenta que el aumento de homicidios refleja también la precariedad del oficio. Los datos advierten que los policías son atacados tanto en servicio como en sus días de descanso.

De acuerdo con INEGI y DataMéxico, durante el primer trimestre de 2025 había 274 mil policías y agentes de tránsito en el país, con un salario promedio de apenas 6,620 pesos mensuales, trabajando casi 60 horas a la semana. Si lo analizamos por género, los hombres ganan en promedio 6,780 pesos, frente a 6,050 en el caso de las mujeres.

Por ejemplo, un policía en Nuevo León puede ganar 14 mil pesos, pero en otros estados apenas superan los seis mil. En la Ciudad de México, los sueldos oscilan entre 15 y 20 mil pesos mensuales, dependiendo del rango.

Eso sí, la mayoría de las corporaciones, especialmente las municipales, no ofrecen seguros de vida, equipo adecuado ni acompañamiento para sus familias.

En las noticias vemos que cada semana se registran al menos seis asesinatos de policías, muchos emboscados o atacados fuera de servicio, casi siempre sin dar con los culpables.

Estas cifras son historias de quienes creyeron que su trabajo servía para proteger a otros. Lo preocupante es que la violencia contra policías ya no indigna y se ha convertido en otra cosa que hemos normalizado.

Revalorar el oficio policial no significa ignorar los abusos ni cerrar los ojos ante la corrupción. La confianza no se recupera con patrullas nuevas, sino con justicia, transparencia y acompañamiento real. Dignificar la vida del policía también es proteger la de los ciudadanos.

Quizá la pregunta no es cuándo dejó de ser un orgullo ser policía, sino si aún estamos a tiempo de devolverle esa idea. No olvidemos que, en el uniforme, sigue habiendo personas que, pese al miedo, la poca empatía, la precariedad y el desprestigio, cada día salen a arriesgar su vida para cuidar de los demás.

✍🏻
@soycyndavalos

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.