¡No basta con un like!

Hoy, consumir local debe ser el mantra que salve a los emprendedores y a las millones de familias que trabajan con ellos.

¡No basta con un like!

Necesitaba desahogarse, así que tomó el teléfono y me llamó. Desde la primera frase que escuché de ella sentí su decepción y su desesperación por, al menos, recuperar una parte de la inversión que realizó para poner en pie su negocio:

“Pensé que sería un éxito. Mi lógica me decía que si me compraba tan solo el 5% de las personas que conozco, recuperaría mi inversión”, me dijo. “No puedo creer que no pasó. En dos semanas, ni el 1% adquirió mi producto. ¿Qué hice mal? ¿Mi producto está feo? Dime la verdad”.

Fue más allá. “Son más aquellos amigos que me felicitaron por teléfono o en redes, que los que me apoyaron. Estoy devastada”. La escuché con atención y le contesté con sinceridad. “No hiciste nada mal, tu producto está increíble, tiene toda tu pasión, tu conocimiento y encontraste una necesidad desatendida. Pienso que es la gente, no tú”.

La animé lo mejor que pude, tratando de no recomendarle tácticas de marketing digital o darle consejos que sé, sobraban en esa llamada. Colgué y compré un segundo artículo de su tienda en Amazon, el cual mandé como regalo a otra de mis amigas. Le gustó tanto, que ella lo compró para su papá. Espero que la cadena continúe.

Su producto, que por cierto es único y tiene una misión social real, no cuesta más de $500 pesos. Para ella, esa cantidad significa recuperar una parte de los ahorros que invirtió en su sueño y la posibilidad de complementar su ingreso para salir adelante luego de perder durante la pandemia su trabajo como profesora en una universidad.

Tras su llamada, me quedé pensando cuántas veces me ha pasado, me enteré o escuché que alguien lleno de ilusión lanza una marca, un emprendimiento o un proyecto personalísimo, y este no genera el éxito esperado desde el principio porque sus amigos o familiares fueron los primeros en desconfiar, en dudar o en simplemente felicitar sin llegar a la acción de compra, aunque sea por solidaridad, curiosidad o simples ganas de conocer lo que hace su gente.

En países como Israel, el consumo local representa el 80% de su economía, incluso, el gobierno marca con los colores azul y blanco (de su bandera) las frutas y verduras producidas internamente; además, quienes han estado ahí se sorprenden de que sus avenidas principales estén llenas de negocios nacionales. Las marcas globales son la excepción.

Los proyectos con alma, planeación, estrategia y mucho trabajo detrás casi siempre funcionan, aunque para que eso pase los emprendedores deben invertir más en marketing, publicidad e incluso convencer/pagarle a un influencer (al que, además, tienen que regalarle su trabajo porque si no ni lo considera... y eso también es un volado). La estrategia de posicionamiento de una empresa debe estar clara, pero la red más cercana debería ser la primera en impulsar al emprendedor.

Usar el jabón de ropa que produce tu familia. Comprar los cupcakes del cumpleaños de tu pareja a tu compañera de salón. Tomar la cerveza artesanal deliciosa que lanzó un emprendedor cercanísimo a ti que admiras profundamente. Suscribirte al medio donde trabaja tu amigo periodista. Invertir en la ropa del joven diseñador que conociste hace varios años en la escuela. Leer el libro o escuchar el podcast que anunció en sus redes un colega hace varios meses. Colgar en tu casa el cuadro de la artista con la que estudiaste en la ‘prepa’. Sin pedirlo gratis, sin pedirlo con descuento.

Siempre que puedas apoya, recomienda, impulsa y da valor a quienes se atreven a emprender. No hablo de que digas que sí a las grandes inversiones que sin duda deben pensarse muchas veces o a los productos que no te interesan. Hablo de apoyar a quien admiras o quieres, de elegir como proveedor a alguien que se supone que sigues porque es el mejor y de dar una oportunidad a quienes todos los días se despiertan en la mañana a abrir su negocio.

Hablo de comprar local y de ser parte de la acción inicial que genera el círculo de la riqueza: el boca a boca, porque según el HubSpot Research Trust Survey, el 81% de los consumidores confían más en las recomendaciones de sus amigos y familia sobre las de una empresa. Otro dato me voló la cabeza: ¿por qué menos de la mitad de los consumidores decide compartir las buenas experiencias? Es mucho más común compartir las malas. Es el momento de cambiar los hábitos.

Evita considerar comprar hasta que veas un emprendimiento en una famosa revista, hasta que los fundadores puedan pagar un anuncio o hasta que el éxito les alcance. Sé ese early adopter de tu propia red, paga por un producto que realmente soluciona un problema o te interesa porque tiene detrás a alguien que fue valiente y forma parte de tu círculo.

Conversé con una famosa escritora sobre esta columna, y me contó que conoce personas que incluso justifican que no comprarán a algún conocido algo que les interesa porque creen que el producto no vale la pena o no tiene calidad (sin haberlo visto siquiera). Cómpralo, y si no te gusta da retroalimentación constructiva. Si te gusta suma con lo que puedas.

El boca a boca genera el doble de ventas que la publicidad de pago (traslada este dato a la mala publicidad que genera la pasión humana de la envidia). Suma a este mensaje un dato más: los clientes adquiridos a través del boca a boca tienen una tasa de retención un 37% más alta que cualquier otro medio.

Llegó el tiempo de acompañar a los valientes de tu red que se avientan al vacío porque es un círculo virtuoso. Hoy por ti, mañana por mí. Hoy, consumir local debe ser el mantra que salve a los emprendedores y a las millones de familias que trabajan mano a mano con ellos. No te quedes en un like.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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