Por Edmée Pardo
De niña canté a todo pulmón la canción de Rodolfo el reno en el festival de Navidad de la escuela. Fue de las primeras melodías que aprendí de principio a fin, que entoné coordinada con mi grupo y que, ahora lo veo, es también una de las primeras evidencias de la reproducción sutil del mundo patriarcal y de exclusión que vivimos. Me explico.
Los renos son un tipo de ciervo que vive en las regiones árticas. Los machos desarrollan su cornamenta en primavera y verano para usarla en otoño, durante la época de pelea y apareamiento, y después la pierden como forma de ahorrar energía. Las hembras, en cambio, también desarrollan cornamenta, pero la mantienen durante todo el invierno para defender comida y territorio, y la pierden en primavera, cuando están por parir. Para las hembras preñadas la cornamenta es una herramienta esencial que les permite tener acceso prioritario al alimento y asegurar la supervivencia del feto. Con ella defienden áreas de pastura, ahuyentan a otras hembras o a machos jóvenes, y excavan y apartan la nieve para acceder al liquen, mejor conocido como musgo de reno.
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