Leer entre paredes

A veces los libros ponen en riesgo la existencia: no solo debido a los parajes escarpados que ofrecen, sino porque son evidencia del pensamiento libre.

Leer entre paredes
Por Edmée Pardo

Se dice que los libros nos salvan, que son una tabla de la cual agarrarnos durante los naufragios de la vida; también que son las alas que nos llevan a cielos desconocidos; pero, a veces, los libros ponen en riesgo la existencia: no solo debido a los parajes escarpados que ofrecen, sino porque son evidencia del pensamiento libre.

Durante la presidencia de Jorge Rafael Videla en Argentina (1976-1983) se prohibieron y quemaron libros y se persiguió a intelectuales opositores, como sucede en la mayoría de los regímenes totalitarios.  Y también, como sucede por lo general en esos tiempos de oscuridad, hay actos de resistencia que pasan a la historia.  Tal es el caso del abogado judío Salomón Guerchunoff que emparedó decenas de libros para ponerlos y ponerse, a sí mismo y a su familia, a salvo.

La historia la cuentan cuatro de los cinco hijos sobrevivientes 46 años después del golpe militar y 43 años después del suceso. Ya Salomón se había deshecho de algunos de los libros que lo incriminaban como opositor al gobierno, a modo de defensa de los continuos allanamientos que realizaban los militares.  Pero en un acto desesperado decidió tapiar un muro en su recámara para esconder libros de política, literatura y otras artes que se consideraban prohibidos como El principito, Las odas elementales de Pablo Neruda y un libro de cuentos infantiles con uno de los títulos más irónicos al momento: Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann.   Los cuentos, nada neutros, hablan de justicia, libertad, amistad y de un rebelde elefante de circo que decide ponerse en huelga.

Me pregunto qué mente es la que decide qué libros son nocivos al pensamiento un régimen, cómo anticipan el efecto que tendrán las lecturas; sobre todo, me pregunto cómo saben que habrá lectores de esas obras, pues yo, que me dedico a la promoción de la lectura, lo que más quisiera es que hubiera lectores de cualquier tipo de contenido.  Aprovecho, un poco y de soslayo, para mencionar el reciente libro que pone sobre la mesa actitudes reprobables del actual presidente, pero que el aludido no se molesta ni siquiera en hojearlo, no digamos desaparecerlo, pues confía cabalmente en que en sus seguidores no leen.

Volviendo al tema, cuando Salomón fue secuestrado su esposa se vio obligada a malvender la casa para poder mantener a sus cinco hijos. Y cuando fue liberado, lo primero que hizo fue tratar de rescatar sus libros. El entonces dueño del inmueble se negó a dejarlo entrar. Pero como el bien triunfa al final, ese dueño alquiló la casa a una mujer que no podía vivir con fantasmas de libros, pues en el barrio se corría el rumor de que dentro de esos muros vivían libros que espantaban. La inquilina habló con una de las hijas para avisarle que picaría la pared. Después de tres palazos encontraron decenas de libros intactos que los hijos se llevaron para volver a leer de entre las paredes su infancia, sus dolores y su historia.

@EdmeePardo

¿Te gustó lo que leíste? 😁 Deja una propina y apoya al periodismo independiente.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes. Suscríbete a Opinión 51.