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Por eLe Figueroa

Hace algunos días los simpatizantes (y los bots) de la obradocracia se quejaban de los insultos proferidos a Claudia Sheinbaum por ser judía. Al mismo tiempo, los medios y figuras cercanas al Palacio Nacional atacaban a Xóchitl Gálvez por no ser una verdadera indígena (¿quién decide eso?), por haber salido de una zona de marginación y tener una vida acomodada.

Entonces ¿si no eres capaz de darle techo, comida, estudios y vestido a tu familia, además de pagar la gasolina del Tsuru y un chófer, con $200 en la cartera no puedes ser medianamente digno de representar al pueblo? Esta parece ser la vara con la que están midiendo a Xóchitl.  Su origen, su manera de hablar, su vestimenta, su medio de transporte, su niñez de carencias, ¡hasta su emprendimiento!  Estas burlas se han hecho de manera verbal y escrita, principalmente, pero también han llegado a mi terreno: la Caricatura Política.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.