Cosas que no se deberían de pedir (sin explicar) en los trabajos pero que hemos normalizado

Buenas intenciones se pueden ver opacadas por malos manejos de comunicación. No tiene absolutamente nada de malo demandar claridad, transparencia y comunicación asertiva respecto a nuestra información

Cosas que no se deberían de pedir (sin explicar) en los trabajos pero que hemos normalizado

Desde hace mucho tiempo he querido hablar sobre algo que no me deja tranquila y que por miedo a “dejar mal parada” a la institución no me he atrevido a decirlo públicamente.

Hace varios años fui contratada en uno de mis primeros trabajos, como asistente en la Universidad Iberoamericana. Casa de estudios donde egresé dos veces (grado y posgrado) y en donde aprendí muchas cosas y tengo importantes vínculos afectivos e intelectuales. Sin embargo, hay una práctica que en su momento me pareció problemática pero que no cuestioné mucho más porque me sentía particularmente pequeña ante el tamaño de la institución: su método de contratación.

Primera red flag: Durante el así llamado “proceso de contratación”, alguien de una empresa “externa” pero mandada por Recursos Humanos de la Universidad te visita en tu casa, algo que me pareció bastante invasivo, para hacer un “examen socioeconómico.” Segunda red flag: Posteriormente dentro de la universidad te hacen un examen médico que incluye preguntarte el número de parejas sexuales y revisan tu cuerpo, en ropa interior (algo también muy invasivo). Tercera red flag: examen de sangre. Tienes que ir a un laboratorio (en su momento era el Chopo) para que te extraigan una muestra, misma que no te avisan los resultados. Yo los pedí en el laboratorio y me dijeron que no me los podían dar pero que los pidiera en la universidad por correo electrónico. Lo hice pero  no me contestaron el mail, tampoco te explican bien qué hacen con ese material. No dejo de preguntarme si entre los reactivos se hizo una prueba de VIH, por ejemplo. Algo, a todas luces ilegal… En su momento traté de hablar con un superior pero fui rápidamente ignorada y no supe cómo continuar ni cómo canalizar mi preocupación. También estaba en mis veintes bajos y me sentía pequeña de edad y de importancia dentro de la universidad.

No hay que ser clavadas en Foucault o expertas en derecho para levantar muchas banderas rojas ante este tipo de práctica que a claras luces es irregular y puede ser discriminatoria. Que además es muy preocupante viniendo de una institución universitaria que además es fuerte en temas de Derechos Humanos. ¿Se imaginan que el gobierno las hiciera? Seguramente sería, con justa razón, un escándalo.

Hace unos días, hablando con amigas, nos dimos cuenta que es una actividad al parecer bastante común en las empresas y salieron a colación nombres de medios de comunicación que tienen este tipo de prácticas.  En cualquier universidad o institución estos procesos de reclutación deben de ser erradicados con urgencia.

Una de las respuestas que me han dado es que se debe al seguro médico que ofrece la institución, estos solicitan tales exámenes de sangre y médicos. Pero ¿por qué hay tanta opacidad? Buenas intenciones (como el seguro médico) se pueden ver opacadas por malos manejos de comunicación. Y no tiene absolutamente nada de malo demandar claridad, transparencia y comunicación asertiva respecto a nuestra información más íntima.

Escribo estas líneas después de años de pensar en la importancia de hablar de ello, y es raro. Y sí, aunque le tengo cariño a la Ibero por todo lo que me dio y por todas las cosas que hace bien, me parece urgente hablar de esto. Al final, lo hago también porque hay muchas personas que se encuentran en posiciones menos cómodas que la mía y que no pueden hacerlo. Porque las universidades nos forman y deben de ser espacios libres de violencias.

¿A ti, querida lectora, te ha tocado vivir una experiencia parecida? ¿te pareció lo “normal” o te sentiste incómoda?


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