Esa terrible (y cómoda) necedad de negar el racismo

No podemos negar que el racismo existe, sobre todo, las personas que somos leídas como blancas.

Esa terrible (y cómoda) necedad de negar el racismo
Eréndira Derbez

Hace unos días se volvió un tema de discusión en Twitter la absurda idea de que en México “no hay racismo” porque supuestamente “todos somos mestizos”, a diferencia de otras latitudes, como Estados Unidos. Si bien la historia de nuestro país es muy diferente a la de las excolonias inglesas, también es una historia plagada de violencia racista que pervive día con día. Negarlo es no querer ver la realidad.

Para ahondar en ello recomiendo mucho la reciente columna de Yásnaya Elena Gil:

Alrededor del mundo, con el sistema colonial comenzaron procesos de racialización que han asumido el cuerpo blanco como “neutro” y los otros cuerpos, los de las personas racializadas, como “anormales”. Por supuesto, en cada región esto ha funcionado de maneras diferentes, con estatus legales y contextos sociales diversos, pero que tienen consecuencias palpables hasta la fecha.

El racismo moldea nuestra sociedad; queramos verlo o no, está ahí y regula la vida de las personas. En nuestro país se ha hecho un trabajo riguroso al respecto, como el de El Colegio de México.

Esto implica clasificaciones, posiciona a ciertas vidas como más importantes que las otras, limita oportunidades y acceso a trabajo, vivienda, salud e incluso al sistema de justicia.

Hace falta hacer un simple ejercicio: prende la tele a la hora de las mesas de análisis político. Notarás dos cosas: la mayoría de los paneles los conforman hombres, y no solo eso, casi todos los integrantes tienen un tono de piel más bien claro. Lo mismo sucede con las columnas de opinión en los periódicos de circulación nacional. Ahora haz el mismo ejercicio con las portadas de revistas con actrices, modelos o celebridades en general. Hay una terrible falta de representación a otros fenotipos (las características físicas), como lo ha señalado la agencia de modelaje Guerxs.

Pero, ¿qué es eso que llamamos racialización?

Es el proceso de construcción de diferencias supuestamente “naturales” entre la persona racializada y el fenotipo de los individuos colonizadores. Para ello, fue necesario patologizar a las personas racializadas para codificarlas como diferentes y anormales. Esto tiene que ver también con el sistema económico: por ejemplo, la esclavitud (de personas racializadas) como sostén de las cadenas de producción. Con el proceso de racialización comenzó a circular como conocimiento aparentemente científico la idea de que existía una raza superior y que era la blanca.

No debemos olvidar que hoy en día los legados de este proceso tienen consecuencias graves en la vida, e incluso la muerte, de las personas: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/nejmc2029240. Por eso mismo, no podemos negar que el racismo existe, sobre todo, las personas que somos leídas como blancas.

Es muy fácil, como con la violencia de género, taparnos los oídos o mirar a otro lado, pero no porque no queramos poner atención el racismo deja de existir. Así como hablamos de un “doble rasero” respecto a las experiencias de las mujeres en contraste con los hombres, lo mismo sucede respecto a las personas racializadas en comparación con las personas blancas. Como dice Mónica Moreno Figueroa: “Hablar de opresión y de racismo nos cuestiona la forma en cómo está organizada nuestra sociedad, cómo nos relacionamos y cómo nos confundimos sobre quiénes somos”.

Las consecuencias son reales y tienen implicaciones enormes. Si queremos vivir en una sociedad más justa tenemos que cuestionar la comodidad de vivir con privilegios, no ignorarlos para seguir gozando de ellos. No se trata de darnos golpes de pecho, sino de dejar de fingir que no existen, como terraplanistas, pero de las ciencias sociales.

PD. Si quieres ahondar más sobre estos temas te recomiendo el podcast de Afrochingonas.

@erederbez

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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