Document
Por Farah Ayanegui*

¿Y si no estás deprimida, solo desconectada de ti?

He sentido ese vacío varias veces en mi vida. La primera, cuando mi papá murió y, al mismo tiempo, me convertí en mamá. Después, en un trabajo que no me hacía feliz. Y, más tarde, durante la pandemia: mi mamá falleció de cáncer, el mundo entero estaba en pausa, y laboralmente quedé al frente de mi área. El duelo quedó archivado. Yo seguía funcionando, pero había dejado de habitarme.

Es como si me convirtiera en un autómata. Cumplía con mi rutina, atendía compromisos, hacía lo que se esperaba… pero sin un verdadero deseo de hacerlo. No era tristeza profunda, tampoco apatía total. Más bien, un estar en piloto automático, donde todavía hay motivaciones y rutinas que dan cierto confort, pero no satisfacción real.

Con el tiempo entendí que ese “vacío” no siempre es depresión. Según explica la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología, puede ser una respuesta natural del cerebro ante estrés prolongado: una desconexión temporal para evitar el colapso emocional. Esa pausa interna, que a veces llamamos vacío existencial, suele aparecer cuando acumulamos frustraciones, posponemos nuestros duelos o nos dejamos llevar por rutinas que matan la creatividad y, sobre todo, cuando nos falta afecto o relaciones que nos nutran de verdad.

Lo mío no era depresión. La depresión, lo sé, muchas veces requiere atención terapéutica y suele interferir en la vida diaria. Lo mío era densidad: un peso constante, pero que me permitía seguir en pie. El estrés acumulado y el duelo no vivido me hicieron perder por completo el control físico y no podía pensar con claridad.

Vivir en ese “modo flotante” significó hacer todo en automático: cocinar, limpiar, hacer las compras, y trabajar, con una atención excesiva en mi mundo laboral, como si mi valor dependiera de no fallar ahí. Dejé de disfrutar mi vida, y solo estaba realmente pendiente de mis hijos.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.