Por Farah Ayanegui*
“Nunca dejamos de conocernos, sobre todo cuando el caos nos obliga a mirarnos sin máscaras.”
Hubo un aprendizaje que no vi venir este año: soltar.
Soltar de verdad. No como esos procesos que creemos liberadores porque son sencillos, cómodos o incluso bonitos, sino desde el cansancio profundo de sostener una historia que ya no podía seguir cargando.
SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...