Por Fátima Masse
La vacunación es una de las formas más efectivas para prevenir enfermedades contagiosas. Si alguien lo duda, basta con recordarle los tiempos de la pandemia de COVID-19 y la diferencia de nuestros días antes y después de la vacuna.
Así como el COVID-19 dejó de ser una pesadilla limitante –aunque hay que tenerle respeto por sus posibles secuelas–, hay muchas otras enfermedades que han dejado de ser una preocupación de salud pública gracias a la efectividad de las vacunas: el sarampión, la rubeola, la poliomielitis, la tos ferina y la difteria, entre otras.
A pesar de la evidencia científica, el Gobierno Federal actual no considera que la vacunación deba ser una prioridad, al grado de desmantelar un sistema que era reconocido a nivel mundial. Esto es un ejemplo de los elevados costos que le puede provocar un gobierno a su población cuando toma decisiones de forma impulsiva y sin sustento.