Por Frida Mendoza
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“Mientras uno esté vivo, uno debe amar lo más que pueda”... ¿cuántas personas habrán quedado marcadas al minuto 1:08 de una de las mejores canciones de este 2025? Claro me refiero a BAILE INoLVIDABLE, de Bad Bunny y no lo sé pero sin duda, puedo asegurar que yo soy una de ellas.

La canción, salida en enero de este año que está a punto de terminar, además de hacerme bailar (y lamentarme ahora cada que vi un video del gran concierto que me perdí), me acompañó en un año intensísimo.

Vaya, yo creo que con cualquier persona que hablemos de este 2025 podremos reiterar la intensidad, la dificultad y complejidad de transitar un año como este.

Sí, aquí viene un recuento más del 2025, un poco personal y un poco no tanto, pero en un espacio como Opinión 51 donde he podido compartir a detalle la indignación y curiosidad de tantos temas que me llaman, una se siente en confianza, en casita, como para no dejar pasar la oportunidad y explayarse un poco.

En medio de bailes inolvidables en mi boda, un momento que recordaré infinitamente con amor este año, la preparación previa y las pláticas para recordar la fiesta me llenaron el corazón casi tanto como todo el amor de las personas que son mi familia -de sangre y elegidas- y que nos acompañaron en esa fecha superando por millones las expectativas que tenía de ese día. Y casi al cierre de este año cuando la salud de una de mis mamás tenía que ser atendida, todas esas personas que celebraron el amor en mi vida, aparecieron amorosamente para apoyar y hacerse presentes. Más conmovida al escribir esto no puedo estar.

Y bueno, querida persona que amablemente me está leyendo, usted seguramente dirá: “¿ésto no iría mejor como una publicación amorosa de agradecimiento en tus redes sociales y no como columna en Opinión 51?” Aguánteme tantito, que ya casi llego al punto.

Tal como escribía a mitad de año preguntándome por buenas noticias, en medio de un año más que se mantuvo un genocidio en Palestina, que se descubrió el Rancho Izaguirre (y se destapó aún más la tragedia de la desaparición), que los políticos mexicanos (y de tantos otros países) demuestran no estar a la altura y que la gentrificación, la ultraderecha, la crisis de medios y el fascismo nos respiran en la nuca a cada paso que damos, pensar en las alegrías personales o cotidianas podría parecer banal o individualista. Yo misma lo pensé muchas veces cuando descubría que algunos de mis planes personales me mantenían en un lugar feliz mientras todo parecía estar en llamas afuera. ¿Cómo sobrellevar ambas situaciones?

La primera respuesta, por más simple que suene estaba en aquella frase: “mientras esté viva”... voy a seguir terca, trabajando, luchando por un futuro mejor desde mi trinchera personal y laboral. Mientras haya salud, diría mi hermana Mora. ¿Cómo no agradecer por la vida, por las oportunidades que surgieron pese a todo? ¿Cómo no agradecer que a pesar de los obstáculos económicos y profesionales hubo un privilegio de poder resolver y salir adelante? ¿Qué podemos hacer entonces para aquellos casos que siguen sin resolverse, de quienes no tienen la justicia o el acceso a servicios de todo tipo que todas las personas merecen porque son derechos humanos?

Pienso entonces en la frase que he escuchado en muchos lugares: la desesperanza desmoviliza. Sentir que no hay salida ni otra forma de resolver es la manera más fácil que tienen aquellos con poder para que la sociedad no exija sus derechos. El trabajo en comunidad, el periodismo que denuncia aquello que se creía innombrable, incuestionable o indestapable, el periodismo que muestra soluciones, las personas que hacen frente a la escalada antiderechos en sus territorios.

Hoy, más que pensar en un cierre de año que sin duda me arrastró entre tropiezos fiscales de viejos trabajos, fallas de todo tipo, tropiezos de salud propios y ajenos, pienso también en las risas con amistades que trabajos horribles me dejaron, las segundas oportunidades de vida (sin romantizar) a mi Marcos adorado, los sueños cumplidos de personas que amo, las flores amarillas que me dieron mis amigas, bailar Dancing Queen con mis mamás, ver a toda mi familia reunida en las buenas y las malas, de las colegas y líderes en trabajos empáticos, los domingos de chilaquiles y en los votos que le dije al maravilloso hombre que me ancló todos los días de este año: en el trabajo podrá sostenerme la indignación pero la ternura y el amor me sostienen en la vida.

Así que sí, amar lo más que se pueda en años donde pareciera que todo está perdido es necesario. Mientras estemos vivxs.

✍🏻
@FridaMendoza_

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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