Por Gabriela Sotomayor

Escribí este texto cuando estaba en Oslo para cubrir la entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, el cual fue recibido con dignidad y enorme gratitud por su hija Ana Corina Solís Machado. Entre tanto, María Corina, su mamá, navegaba con una vértebra fracturada a bordo de una embarcación casi inservible a la que a medio camino a Curazao se le descompuso el motor mientras el mar hacía sentir su total dominio con olas de unos diez metros de altura y la mar de fondo. ¿Qué podría salir mal? 

Yo soy corresponsal de Proceso en la ONU / Ginebra y en cuanto me enteré de que María Corina iría a Oslo empaqué mis maletas y me fui para allá. El día de la ceremonia, 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, nos enteramos de que su hija Ana Corina recibiría el codiciado Premio Nobel de la Paz. María Corina no llegó a tiempo.

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