Por Graciela Rock
Al anunciar recientemente que las playas de Tulum serían “accesibles” para turistas locales y nacionales, el alcalde Diego Castañón añadió una condición: no se permitiría ingresar con sombrillas, hieleras, alimentos ni bebidas propios; los visitantes deberían consumir exclusivamente en los locales autorizados. El municipio asegura ofrecer acceso libre y gratuito, pero la restricción constituye una barrera de hecho al uso independiente del espacio costero.
Este episodio no surge en el vacío. Desde hace años, los habitantes de Tulum han protestado por la progresiva reducción de playas realmente públicas. La Silla Rota reportó que los residentes denuncian la escasez de puntos de acceso, pues muchas playas están concesionadas o dentro de desarrollos privados que impiden el paso sin consumo. En el caso del Parque Jaguar, operado por el grupo Mundo Maya bajo la supervisión de la Sedena, se han acusado incumplimientos al acuerdo que permitía acceso gratuito para los vecinos.
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