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Por Graciela Rojas

Imagina tener en tus manos una herramienta poderosa, pero sin las instrucciones para usarla. Así están hoy millones de jóvenes en México y América Latina. Tienen acceso a tecnología, redes, dispositivos, etc., pero no las competencias y habilidades necesarias para comprender, filtrar, crear o transformar su realidad con ellas.

En esta nueva era —la era de la Inteligencia Artificial— la diferencia no la marcará quién tiene internet, sino quién sabe usarlo de manera crítica, creativa y consciente. Ya no hablamos sólo de saber prender una computadora o utilizar una app; hablamos de alfabetización digital: la capacidad de buscar información confiable, distinguir fuentes falsas, analizar datos, producir contenido y participar activamente en un entorno digital que cambia todos los días.

Un estudio reciente en los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM nos confronta con una realidad preocupante: aunque las y los estudiantes comprenden conceptos generales de internet, tienen deficiencias para validar fuentes de información, utilizar hojas de cálculo, reconocer programas o producir contenidos multimedia.

Esto no solo limita su aprovechamiento escolar; limita sus oportunidades futuras en un mercado laboral donde las competencias y habilidades tecnológicas son clave para la empleabilidad, la participación ciudadana y el ejercicio de derechos.

En el marco del Día Internacional de la Juventud, es momento de asumir que estamos fallando como sociedad si permitimos que nuestras juventudes salgan al mundo sin las competencias que exige este nuevo contexto.

Desde hace años, he apostado por la Educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) como un enfoque transformador. STEM no es memorizar fórmulas ni aprender a programar por moda. STEM es entender el mundo para mejorarlo. Es aprender a trabajar en equipo, a comunicar ideas, a resolver problemas reales. Es pensar críticamente, crear, experimentar y aprender del error.

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Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.