Por Heidi Osuna
Chicharito habló de algo más que de fútbol. Recientemente en sus redes ha compartido videos con mensajes que recuperan el viejo guión del patriarcado. Frases como “las mujeres están fracasando, están erradicando la masculinidad”, “encarnen su energía femenina cuidando, nutriendo, recibiendo, multiplicando, limpiando” o “no tengan miedo de ser mujeres, ni de ser lideradas por un hombre”, no son una cosa menor. Forman parte de un discurso que, más que inspirar, preocupa. Porque, detrás de ese tono tan serio, lo que se repite es una narrativa que romantiza la desigualdad y la violencia de género.
Sin embargo, no es la primera vez que los estereotipos de género y el machismo alcanzan las canchas de fútbol. Aunque las mujeres han avanzado en el deporte profesional, la desigualdad sigue siendo evidente: brecha salarial, menos visibilidad, menos apoyo y, además, acoso, sexualización y discriminación. La violencia de género en el fútbol femenil es una realidad persistente: casi 8 de cada 10 jugadoras han sido víctimas de ello, según un estudio de la ONU.
¿Qué hay en el fondo de ese tipo de mensajes? Un retroceso en los avances que hemos logrado como sociedad. El problema no es elegir cuidar un hogar; el problema es que se nos diga que eso es lo único que podemos hacer. Porque cuando Chicharito habla de mujeres que “encarnen su energía femenina limpiando y nutriendo”, lo hace como si ese papel fuera natural, no una carga impuesta históricamente. Como si cuidar fuera siempre plenitud, y no también renuncia. Romantizar esa idea es negar el derecho a construir autonomía, independencia y seguridad.
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