Cinco estrellas: llegué viva

Mencionan los riesgos de usar taser. Pienso que es indispensable. Que nadie nos cuida.

Cinco estrellas: llegué viva
Ilana Sod
audio-thumbnail
Cinco estrellas: llegué viva
0:00
/0:00

No has pasado todavía. No llevo escote. Tampoco shorts. Menos minifalda. Ninguna transparencia. Mejor blusa larga, holgada, aunque estemos a 31 grados. Checo tu foto. Está muy chica la imagen. Hago zoom con mi teléfono. ¿Pareces asesino? Podrías ser violador. Agresor, seguro. Checo tu calificación: apenas 4.71. Me preocupo. Te cancelo.

Reviso también la foto del nuevo conductor. Tiene mejor calificación. Aunque mala pinta. Cancelo de nuevo. Asumo el cargo que me hace la app. Recuerdo que apenas 5% de los conductores en plataformas de transporte son mujeres. Cuánto preferiría coincidir con una mujer. La app me conecta con otro conductor. Pareces confiable. Más viejo que joven. Tienes más de 4.90. No cancelo. Tomo foto de tu foto. Foto de tus placas. Foto de tu ruta. Las mando a dos personas cercanas.

Llegas. Tu placa coincide con el número en mi pantalla. Tu cara, no sé. Traes cubrebocas. Te saludo algo efusiva. Soy amable. Pero no demasiado. Te comparto la clave de seguridad. Coincide con la de tu pantalla. Comparto mi viaje. Escucho con cuidado tu tono de voz. Registro tu modo de hablar. Me enfoco en tus manos. Estudio tu atuendo. Pones el seguro. Me pongo nerviosa. ¿Y si pusiste el seguro contra niños? Sudo.

Te  veo por el retrovisor. Me ves de vuelta. Traes la música a todo volumen. No te pido que le bajes. Finjo avisar por teléfono que ya voy en camino. Le bajas al volumen. “Cuelgo”. Le vuelves a subir. Checo el destino en tu teléfono. En la radio hablan de Debanhi. Me siento incómoda. ¿Y si piensas hacer lo mismo?

En la radio también analizan el uso de gas pimienta. Confirmo que lo traigo en la bolsa. ¿Y si lo uso mal? ¿Y si me meten a la cárcel? Mencionan los riesgos de usar taser. Pienso que es indispensable. Que nadie nos cuida. Que nos cuidamos nosotras. Estudio tus movimientos. Me sudan las manos. Veo mi teléfono. No agacho la cabeza; ¿y si piensas que duermo? ¿Y si cambias de ruta? Recuerdo que en las plataformas solo les piden a los aplicantes que presenten una hoja de no antecedentes penales –que, se dice, suelen ser chuecas–, comprobante de domicilio y licencia de conducir vigente.

No me parece nada. Aumentas la velocidad y vuelvo de mis pensamientos. Siento miedo. En una emergencia podría abrir la puerta. Brincar. Lo leí en Twitter. Mejor me recorro en el asiento hasta quedar detrás de ti. Si me tengo que defender, ¿podría ahorcarte con el cinturón? Lo escuché de Carmen en Insta. ¿Se llamaba Carmen? Carmen Martilez. Obvio, no me animaría.

Vuelvo a mi teléfono. Mejor no; me quedo atenta al camino. A los demás coches. ¿Les haría señales de auxilio? ¿Me rescatarían? Mejor te saco plática. “¿Hace calor, no?”. “Dicen que va a llover en la tarde”. “Está cargado el tráfico hoy.” Soy amable. Pero no demasiado. Hablas poco. Respondes en monosílabos. Sudo frío otra vez. Evito hablar de feminismo. Tú sacas el tema. Que hubo marcha. Que destruyeron las fachadas. Que rayaron monumentos. “No se vale”, concluyes. Tardo en responder. Evalúo qué decir. “Qué revoltosas”, insistes. Provocas. “Tienen razón”, por fin respondo, y remató: “No podemos vivir así en este país”. Silencio incómodo.

Cambias de ruta. Tiemblo. Escucho el sonido de Waze. La app cambió la ruta. Llegamos pasados unos minutos. Me despido. Amable otra vez. Pero no demasiado. Bajo del coche. Respiro aliviada…

@IlanaSod

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes. Suscríbete y sé parte de Opinión 51.